Sigue girando
Leer en Nueva Tribuna (23-12-2017)
A partir de cierta edad, las estaciones y las festividades asociadas a cada una de ellas parecen fundirse en una perpetua celebración de cualquier cosa celebrable. Uno ha dejado de fumar, pero va quemando días como cigarrillos. Con una sola aspiración, un año entero entra en mis pulmones como si nada, dejándome apenas un leve picor de garganta, ni siquiera un carraspeo.

Pero en fin, no se vayan a creer, no soy Ebenezer Scrooge. Me gustan estas fechas que ya se nos echan encima. Para mí tienen un fondo (¿quizá tramposo?) evocador de aquella infancia gigante de horas como montañas, de días en los que cabía todo el tiempo mundo. Aquella infancia donde una agónica travesía separaba Nochebuena de Nochevieja, y Reyes no parecía ir a llegar nunca. Hoy, sin embargo, todo pasa con una precipitación de asuntos pendientes y compromisos ineludibles, de compras y cierta culpabilidad por los excesos cometidos.
Todo pasa y regresa de nuevo en una rueda muy conocida y que cada año gira a mayor velocidad. Y no obstante, siempre parece que las cosas puedan cambiar, que aún nos quede tiempo por delante para llevar a buen término propósitos aplazados, incluso para empezar de nuevo y tomar, esta vez sí, el camino correcto en cada encrucijada. Me gusta eso, porque, a pesar de tantos fracasos o desilusiones, a pesar de la mala prensa que siempre hemos tenido los soñadores, en ocasiones, hay deseos o proyectos que uno puede llegar a ver cumplidos, victorias que compensan el tiempo escapado. ¡Y a seguir girando!
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