Tantas veces la vida es un gigante
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Con David Monteagudo en la librería Berbiriana, A Coruña |
Tantas veces la vida lo sobrepasa a uno y lo deja sin aliento o
sin hígado, a veces sin trabajo. Tantas veces la realidad parece tomar altura,
elevarse frente a nosotros en forma de escarpada pendiente por la que no nos
queda más remedio que ascender épicamente cada mañana. Tantas veces no damos la
talla, perdemos el ritmo, nos quedamos atrás. La vida, a veces, tan enorme,
inabarcable; nosotros tan pequeños, insignificantes.
En Manhattan, el
personaje que interpreta Woody Allen tiene una idea para un cuento corto: “sobre
cierta gente de Manhattan que continuamente se crea terribles problemas
neuróticos, innecesarios, porque eso les permite evadirse de otros problemas
más graves y aterradores del universo”. Sí, nuestro estilo de vida, esta
sociedad acelerada que nos exige apretar el paso y bajar la cabeza y adaptarnos
o quedar al margen, excluidos, alejados, fracasados, solos, tan pequeños…
Tantas veces la vida es un gigante, como el que ve García en la
mismísima primera línea de Invasión
(Candaya, 2015), la última novela de David Monteagudo. Un gigante que viene a
romper los esquemas de una vida sencilla y agradable, un gigante que nadie más
puede ver y que tanto García como nosotros, lectores, debemos interpretar en
función de nuestras propias neurosis. La novela arranca kafkiana y acaba con un
agradable regusto cinematográfico, y es que los referentes de Monteagudo van
desde La metamorfosis o El proceso, a La invasión de los ultracuerpos.
Hace unos días, tuve la oportunidad de charlar con él durante la
presentación de Invasión en A Coruña.
La librería Berbiriana acogió el encuentro y todos los presentes pudimos
disfrutar de la pasión y la honradez con que Monteagudo aborda el oficio de la
escritura. Con sencillez y cercanía, el autor de la aclamada Fin (Acantilado, 2009), nos desveló las
claves de su proceso creativo y nos habló de ese miedo que está en el germen de
Invasión, la angustia que a veces nos
asalta y alimenta nuestro insomnio, el temor de sentirnos, quizá, diferentes, o
el de creernos incapaces de responder a ciertas expectativas… un miedo que nos
empequeñece ante los demás, esos gigantes que campan a sus anchas por la vida,
por un mundo que parece hecho a su medida y no a la nuestra y que, a todas
horas, por todos los medios a su alcance, nos tratan de imponer.
Pero, nada como la literatura para conjurar a los gigantes, bien
lo sabe Monteagudo, y las libreras de Berbiriana y los editores de Candaya; y
yo también.
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