Pensamientos públicos
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David Lodge (Foto: Clara Molden) |
Pensamientos
secretos es el título de un inteligente y divertido (como
todos los suyos) libro de David Lodge. El presente de la novela es el de
finales de los años noventa, momento en que empezaba a generalizarse el uso
doméstico de los ordenadores y donde las posibilidades del desarrollo
tecnológico e informático y su influencia en nuestra forma de comunicarnos y
relacionarnos con los demás eran tan solo una intuición de tintes futuristas. Uno
de los temas que plantea la obra es el de esa dualidad que se da en todos
nosotros entre lo que somos y pensamos privadamente (nuestra conciencia) y lo
que dejamos translucir de ese yo secreto ante los demás, condicionados por todo
tipo de intereses y convenciones en virtud de nuestra cultura, educación, etc.
(nuestro yo social). La maestría narrativa de Lodge nos permite, por ejemplo,
asistir a una escena donde observamos a los personajes, digamos, desde fuera,
tal y como ocurriría en la realidad, sin que podamos saber de ellos (lo que
piensan o cuáles son sus intenciones) nada más que lo que sus gestos, su
conducta y sus palabras nos revelan, para, unas páginas más adelante,
mostrarnos aquel mismo suceso visto o interpretado a través de la conciencia de
cada uno de los protagonistas. Como se pueden imaginar, nada es lo que parece,
y este conflicto permanente entre lo que se piensa y lo que en realidad se dice
o se hace, no solo da pie a momentos de gran comicidad sino que refleja con
agudeza y profundidad la complejidad de la naturaleza humana y de los códigos
que rigen nuestras relaciones y el modo en que nos comunicamos con los demás.
En nuestros días, el uso que cada vez más gente
hace de las redes sociales, muchas veces como una suerte de diario íntimo donde
reflejar casi en tiempo real sentimientos, estados de ánimo e incluso los actos
más intrascendentes y cotidianos, cuando no como mero registro del flujo de
conciencia, es decir, de pensamientos espontáneos, ocurrencias poco o nada
elaboradas que uno mejor haría guardándose para sí, parece romper
definitivamente esta barrera entre lo privado y lo público, entre lo personal y
lo social. Esto, a menudo lleva a situaciones casi más hilarantes que las
planteadas por Lodge en su novela, aunque, por lo visto, otra de las
particularidades de esta nueva forma de comunicación, a la vez personal y
masiva, es la de anular por completo nuestro sentido del ridículo.
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