La vida falsa
![]() |
La modelo australiana Essena O'Neill |
Una modelo australiana, muy joven, muy guapa y muy
popular, ha sido noticia estos días debido a su decisión de abandonar una red
social (Instagram) en la que, al parecer, se había convertido en una especie de
estrella hollywoodiense a base de selfies
y cientos de miles de seguidores. “No es la vida real”, ha dicho. En la red era
un rostro hermoso, de una pureza escultórica; en la vida real, muchas horas y
capas de maquillaje ocultaban los granos sebáceos del acné que el roce de la
vida suele plantarnos en la cara a ciertas edades sin la menor sensibilidad
estética. En la red su vientre plano era una delicia de blancura, firmeza y
naturalidad, la envidia de todas esas mujeres que, por más que se esfuercen en
el gimnasio y prueben todo tipo de dietas para gorriones sin apetito, jamás
consiguen deshacerse de su redonda, blanda y humana barriguita; la realidad era
un día entero sin comer, una maratoniana sesión de fotos, estrés, mal humor y
edición fotográfica. En la red aparecía en una instantánea captada del modo más
casual, vestida con cualquier trapito, mostrando como por azar un pedazo de su
cotidianidad; en su vida física y ordinaria, una marca de ropa le pagaba para
que luciese este o aquel vestido e hipnotizase con su frescura a sus
setecientos mil seguidores y potenciales clientes.
Ahora, nos alerta de esta hipocresía (obvia para
algunos, pero en la que viven atrapados millones de adolescentes y jóvenes -y
no tan jóvenes- del planeta), y de la “adicción por la aprobación y validación
social” que las redes sociales pueden provocar.
Siempre he creído que internet puede ser (y lo es
en muchos sentidos) una herramienta fascinante (como también podría haberlo
sido antes la televisión), pero es innegable que cada vez está más controlada
por todo tipo de intereses y poderes económicos e ideológicos, por grandes
corporaciones que están haciendo de ella un coto inmenso de negocio y publicidad que, sin embargo, nos venden como
un espacio de irreductible libertad.
Decía Antonio Muñoz Molina, a propósito de otra
joven española que llegó a entrar en contacto con personas relacionadas con el
Estado Islámico a través de la red: “Hipnotizada por una pantalla, seducida por
presencias y voces que le parecían más prometedoras porque carecían de
cualquier relación con lo mediocre y lo fatigoso de la vida real”. Y es que la
vida es así: mediocre y fatigosa. Aceptarlo evitaría mucha frustración.
Comentarios
Publicar un comentario