Sinvivir
La
capacidad del ser humano para mirar hacia otro lado y, por ejemplo, seguir
vibrando con los partidos de su equipo mientras cientos de miles de personas
huyen de la guerra y de la locura religiosa (ambas, por cierto, también
capacidades muy nuestras), y en su intento por alcanzar la línea imaginaria de
la frontera europea mueren ahogadas, o de hambre, de pena, de rabia… es
conmovedora. Yo mismo saltaba de alegría el otro día tras un gol de Lucas
Pérez. Supongo que es natural, la vida no se detiene. Si lo parásemos todo por
cada tragedia que se produce en el planeta, esto sería un sinvivir, como se
suele decir. Además, fútbol es fútbol y gol es gol, que diría Boskov, que era
entrenador, pero que bien podría haber sido un excepcional estratega político
en nuestros días, dada la enjundiosa vaciedad de su discurso. Pero no todo va a
ser fútbol. Hace unos días veíamos como nuestra selección de baloncesto ganaba
el Eurobasket y hasta el príncipe en persona (perdonen, es la costumbre; bien
sé que, igual que en el cuento la calabaza se transforma en carruaje, ahora el
príncipe devino rey por mutación espontánea) lo celebraba desenfadado con los
jugadores. Y es que la vida sigue para todos y la foto del niño muerto en la orilla
de aquella playa turca hace tiempo que pasó a la historia, quizá a los dos o
tres días de su publicación, enterrada bajo los cientos de miles de gigas de
basura informativa que a diario produce internet. Tantos datos inútiles, tantas
imágenes superpuestas, tanto de todo que, finalmente, acabamos paralizados,
irresolutos, totalmente superados por la complejidad del mundo y las variadas
formas de estupidez que el ser humano puede llegar a cultivar allá donde se
encuentre.
El
fútbol y el baloncesto nos ayudan, al común de los mortales, a seguir con
nuestras vidas, a estrechar el círculo informativo y aparentar una normalidad
que otorga cierto sentido a nuestros cotidianos quehaceres. No obstante, nos
gustaría pensar que quienes ostentan cargos de responsabilidad, quienes cobran
por tomar decisiones que afectan a nuestras vidas, estarán más pendientes de
las crisis humanitarias que de los eventos deportivos. Nada más lejos de la
realidad. Si necesitas que nuestros gobernantes se reúnan de urgencia, organiza
una Eurocopa. Mientras tanto, muros, verjas, zancadillas y un ignominioso
reparto de personas, como cromos, nos avergüenzan a todos.
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