La auténtica riqueza del arte
Decía
Tony Judt que “en las artes, la seriedad moral da testimonio de economía formal
y de contención estética”, y que “la abundancia de recursos que dedicamos al
entretenimiento solo sirve para escudarnos frente a la pobreza del producto; lo
mismo que en política, donde la cháchara incesante y la retórica grandilocuente
enmascaran una profunda vacuidad”.
Por
desgracia, hoy en día, tanto en el arte como en la política, prevalece a menudo
el exceso y la pomposidad, la mercadotecnia del envoltorio, en detrimento de la
verdadera reflexión, de la honestidad y la hondura intelectual, de esa lucidez
sencilla que consigue trasmitirnos el arte, digamos, sincero, ¿auténtico? Dice
Jonathan Franzen que la diferencia esencial entre un producto de consumo,
llamémosle comercial, y cualquier otro producto (por ejemplo el arte y la
literatura serios) es que los fabricantes de este último “no están obsesionados
con la idea de que ese producto nos guste”. El artista no comercial crea para
sí mismo, expresa sus inquietudes y da forma a su obra sin plantearse si el
resultado final será o no del gusto de los demás, trabaja, por así decir, para
sí mismo, sin la menor concepción mercantilista.
La
obra del pintor salmantino J.D. Cubillo, que se expone estos días en el
Sporting Club Casino de A Coruña, responde sin duda a esa contención estética y
seriedad moral de las que hablaba Judt. Treinta y siete cuadros vinculados por
una conciencia abstracta de paisajes geológicos, donde los colores de la tierra
y el óxido adquieren diferentes formas y texturas y los materiales no
pictóricos, o “extrapictóricos”, tienen una especial relevancia expresiva. Cubillo
incorpora a sus obras objetos encontrados en un camino, en una fábrica, en
minas abandonadas o casas derruidas por el tiempo. En sus cuadros juega con el
color y la forma de viejos y retorcidos clavos muy oxidados, alambres,
arandelas, herraduras, maderas… también con minerales, como unas piedras de
cinabrio de una mina de Almadén, o con monedas herrumbrosas que son el sol o la
luna de sus telúricos paisajes. Con títulos tan sugerentes como “Arquitectura
del fin del mundo”, “Clavos del tiempo” o “Sol de hierro”, su obra nos revela
la esencia de la auténtica vocación artística: plasmar y transmitir cierta
experiencia vital, quizá una obsesión, una verdadera inquietud intelectual y
creadora.
J.D. Cubillo. Exposición:
“Los colores del hierro: composiciones, construcciones, paisajes. Sala de
Exposiciones del Sporting Club Casino de A Coruña. Hasta el 30 de abril.
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