En estos santos días
http://www.nuevatribuna.es/opinion/fernando-ontanon/santos-dias/20150401180419114337.html (2-4-2015)
En
estos días, puede darse el caso de que usted o yo regresemos, como cada mañana,
de la cola del paro, paseando meditabundos entre obras recién inauguradas (con
esa urgencia de trajes, corbatas y tijeras) y nos asalte, de pronto, una
procesión de flagelantes encapuchados en mitad de una calle llamada, quizá,
General Mola o General Sanjurjo, incluso Avenida de Los Caídos (por dios y por
España). El tráfico estará cortado y un dispositivo de la policía municipal
velará para que la comitiva discurra, con ese paso lento de mucho dolor y arrepentimiento,
sin más sobresaltos que los fúnebres lamentos y vergajazos de los muy devotos.
Con suerte, quizá podamos ver entre los penitentes o cofrades a algún figurón
de la política municipal (sin duda, hay mucho que purgar en los entresijos
consistoriales) reivindicando una tradición muy española, máximo exponente,
junto con el fútbol y los toros, de nuestro acervo cultural, y, por supuesto,
liberada del IVA al 21%.
En
estos días, usted o yo, amable lector, bien podríamos también ser multados,
incluso detenidos, por acudir a ciertas manifestaciones laicas no homologadas
por nuestros gobernantes. Y dios nos libre (que para eso estamos en semana
santa) de la incívica ocurrencia de grabar algún porrazo policial fuera de
lugar, que son ganas de meternos donde nadie nos llama. ¿Acaso no tenemos
suficiente dosis de democracia con acudir a votar cada cuatro años?
Por
cierto que, ahora que hablamos de elecciones, gracias a una reformilla de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, los hasta ahora llamados “imputados” dejarán de serlo,
y, como por arte magia, se convertirán en meros “investigados”. Y es que en
palabras del ministro de Justicia, el término “imputado” tiene "un nivel
de contaminación semántico muy alto”. Ya ven, todo se reduce a una cuestión
semántica. Deberían hacer algo también con los adjetivos “corrupto” y “malversador”,
qué sé yo, quizá cambiarlos por “confuso” y “despistado”. De esta forma,
lucirían mucho más los candidatos de las listas electorales y habría mucha
menos contaminación, dónde va a parar.
En
estos días, vuelven las reválidas y el catecismo a la enseñanza, los catalanes
a ser sospechosos de catalanes, los sindicalistas a la cárcel y los comisarios
de policía (como el tal Villarejo) a parecer poco transparentes (o algo
turbios, según la semántica que más les guste).
Dice
Javier Cercas que el pasado es un pedazo o una dimensión del presente, pero a
mí me parece, más bien, que el presente de este país es como un revival de su pasado más rancio, un
quiero y no puedo (afortunadamente) volver atrás.
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