La paja, la viga y podemos
Seamos
sinceros, en España, en general, poco o nada se sabe de Latinoamérica. En
nuestro afán, nada reprochable, de convertirnos en miembros europeos de primera
clase, no tardamos en renunciar a todo lo que nos une (además, y nada menos,
del idioma) con aquellos países del sur, entre otras cosas por temor a que
nuestros nuevos y ricos vecinos del norte tuvieran la tentación de
identificarnos con ellos. Latinoamérica era un lastre para nosotros, una
mochila de pobreza y arcaísmo para la España emergente del pelotazo. ¿Recuerdan lo de “sudaca”?
¿Y las risas que nos echamos con los coloridos jerséis de Evo Morales?
Por
eso resulta sorprendente el renovado interés de políticos y periodistas por
Venezuela a raíz, casualmente, de las relaciones laborales y simpatías de
algunos miembros de Podemos con su Gobierno. Hasta ahora, la noticia que más
expectación había causado en España sobre aquel país era la del famoso “¡Por
qué no te callas!” que nuestro Borbón, con su rudeza de cazador de elefantes,
le espetó al entonces presidente Hugo Chávez en una Cumbre Iberoamericana. Sin
embargo, en estos últimos meses, Venezuela está en boca de todos, por supuesto,
como ejemplo del mal absoluto y la amenaza pueril de lo que se nos puede venir
encima (¡Que vienen los bolivarianos!). Es posible que Venezuela no tenga la
democracia más saneada del mundo, y que sus políticas no nos convengan en
absoluto, pero tampoco me parecen muy saneadas ni convenientes las de países
como Marruecos, Arabia Saudí o China, con quienes gobiernos, majestades y
empresarios de nuestro país mantienen interesantes y lucrativas relaciones. Y,
sin embargo, ya ven, aquí seguimos, de momento haciendo uso de nuestra libertad
de expresión y sin propinar latigazos a mujeres violadas o a blogueros (Y nadie
grita: ¡Que vienen los saudís!).
Todo este
jaleo mediático en torno a Podemos, las vacías acusaciones políticas, las
vergonzosas “investigaciones” periodísticas sobre el pasado laboral de sus
representantes en la universidad… Tenemos a Bárcenas esquiando, al partido del
Gobierno metido hasta el cuello en un lodazal de corrupción, cinco millones de
personas en el paro y muchas otras en situación precaria… ¿No sería mejor dejar
de juzgar a otros países (ya sea Venezuela o Grecia) y abrir de verdad los ojos
a la decadente realidad del nuestro? ¿Cómo era eso del ojo, la paja y la viga?
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