PALABRA POR PALABRA. Ventana


Se acaba el año con el país más empobrecido que nunca. ¡Pero qué estoy diciendo, si el gobierno ya ha dado por finalizada la crisis y banqueros y grandes empresarios vuelven a tener ingentes beneficios económicos! No sé en qué estoy pensando… uno se pone a escribir y se le inflama la vena negativa. Será eso, porque ahora llueven de nuevo las ofertas de empleo… bueno, a lo mejor solo es una ligera llovizna, pero ya lloverá, ya, porque ahora sabemos, como nos dicen desde las confederaciones empresariales sabias voces de triunfadores, de grandes ejecutivos cuyos apellidos a menudo coinciden (de la forma más casual que uno pueda imaginarse) con los de los antiguos dueños de las grandes y exitosas empresas que dirigen, que más le vale a uno tener trabajo y ganar cuatrocientos euros que nada. No recuerdo la fuente (hay varias), no quiero recordarla, pero el aforismo ha calado y ya está en boca de todos. Me recuerda un poco a esa disyuntiva idiota, pero trascendental, a la que a veces te sometía un amigo cuando se ponía estupendo en una noche demasiado larga: “Estás en la habitación de un hotel, en la planta más alta, y se declara un incendio. No tienes escapatoria; o mueres abrasado en la cama o saltas por la ventana y mueres igualmente, ¿qué decisión tomas?” Casi todo el mundo cree que, en tal situación, saltaría, porque quizá uno pueda pensar que así el sufrimiento sería menor, y el gesto no deja de tener algo de autoafirmación, algo heroico o épico, un último y engañoso acto de libertad. No obstante, llegado tan horrible momento, no creo que la elección fuese tan sencilla y la mayoría quizá no saltásemos, aferrándonos a la idea de que permaneciendo en la habitación en llamas siempre podríamos tener una oportunidad, por improbable que fuese.
Obligar a la gente a elegir entre no trabajar o hacerlo por un salario indigno es una trampa muy parecida. En un mundo ideal, nos quedaríamos en casa (nuestro gesto heroico y libre), pero en este mundo real, cómo íbamos a rechazar trescientos o cuatrocientos euros. Si al patrón le va bien, podríamos pensar, ¿quién sabe si no nos subirá el sueldo en el futuro?
España es el tercer país con más pobreza laboral de Europa (miles de personas con trabajo viven por debajo del umbral de la pobreza). Si esta es la recuperación económica de nuestros gobernantes y grandes empresarios, toda su sabiduría… ¡Denme una ventana!

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