PALABRA POR PALABRA. Chirbes


Foto: http://lecturassumergidas.com/
Rafael Chirbes acaba de recibir el Premio Nacional de la Crítica 2014 por su última novela, En la orilla. Y lo ha hecho con la misma discreción, el mismo silencio mediático que ha caracterizado toda su carrera literaria. Y es que Chirbes es un escritor diferente: es muy bueno.
En estos tiempos de éxitos fungibles, de narrativas propias del mundo publicitario, de las ventas al por mayor, del “famoseo” y de la irreverencia pueril o simplemente idiota, la escritura de Chirbes conserva intacta su vocación artesana. Una escritura que es fruto de la perseverancia en el trabajo, de su talento indudable, pero también del esfuerzo y del respeto por el oficio que ejerce. Una escritura alejada de modas, de ocurrencias mercadotécnicas, de todo lo que pueda sustraerlo de ese “codiciado trance del escritor, en que el mundo entero cae bajo un solo tono de voz que lo abarca”, en palabras de John Irving (El mundo según Garp). Y es que este éxito peculiar y quizá tardío de Rafael Chirbes parece el reverso literario de ese otro “éxito”, cuanto más cacareado, de algunas de las firmas más solicitadas de este Sant Jordi, por ejemplo, o el del escritor turcoalemán Akif Pirinçci, quien, tras publicar un best seller titulado, agárrense: Alemania enloquecida. El culto absurdo a mujeres, homosexuales e inmigrantes, no tiene reparos en decir -según nos cuenta el periodista Luis Doncel- que “en dos semanas he ganado 300.000 euros por un libro que tardé tres semanas y media en escribir. No está mal, ¿verdad?” Así están las cosas.
Rafael Chirbes es uno de esos escritores que parecen haberle acompañado a uno desde siempre. He crecido con sus novelas, he disfrutado y he aprendido con ellas. Su voz familiar es parte ya de mi propia experiencia. De su escritura podríamos decir tantas cosas… pero sirvan como sutil epígrafe esas palabras ebrias de talento de mi admirado John Cheever: “La literatura es una fuerza de la memoria que aún no hemos comprendido del todo”. La memoria es el motor de la narrativa de Chirbes, toda su obra está entretejida con voces del pasado que pueblan el presente narrativo como los fantasmas de Comala. Voces fantasmales que explican un presente a menudo truncado, que, por un instante, en el trance efímero de la lectura, consiguen reparar la injusticia del olvido y la muerte.
Enhorabuena a Rafael Chirbes, a todos sus lectores. No todo está perdido.

Comentarios

  1. Chirbes es una recomendación que voy posponiendo sin motivo aparente. El hueco que tiene reservado en mi biblioteca reluce cada día más. En la próxima cercana quedada, prometo estar leyéndolo (mientras degustamos, por supuesto, un extremeño y un Mauro).

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