PALABRA POR PALABRA. Memoria extranjera
Foto: Bernardo Pérez |
Parece la escena de
una película. Una familia inglesa viene a España para esparcir las cenizas de
uno de sus miembros en el Valle del Jarama. Se reúnen varias generaciones,
lucen banderas republicanas. Han venido a cumplir el último deseo de Jack
Edwards, combatiente de las Brigadas Internacionales. Estos días se celebran
los actos del 77 aniversario de la Batalla del Jarama y han aprovechado la
ocasión para rendir homenaje a Edwards y a todos aquellos brigadistas que
lucharon en nuestro país en defensa de la libertad y de la democracia, jóvenes
extranjeros que hicieron gala de un idealismo y una generosidad hoy impensables.
Es un acto menor, un homenaje austero. Una noticia de segunda en una actualidad
marcada por el teatro del absurdo del debate sobre el estado de la nación,
donde “la realidad tangible” de Rajoy es un lugar inaccesible para la mayoría
de sus compatriotas.
Me ha emocionado ver
las fotografías del homenaje a Edwards, leer las palabras de su hijo, un
septuagenario que conserva la memoria que su padre le transmitió con un orgullo
del que aquí parece que nos avergoncemos. Nosotros preferimos mirar sólo hacia
adelante, no remover el pasado, como dicen algunos. ¿Quién puede atreverse a
darnos lecciones de democracia? A nosotros, que tenemos al dictador enterrado
en el mausoleo del valle de los caídos, que vivimos en modernas y democráticas
calles con nombres de insignes fascistas, que tenemos las cunetas llenas de
muertos, no ya de la guerra, sino de la represión franquista, que (hasta ahora,
que han venido otra vez de fuera a sacudirnos la conciencia) hemos hecho la
vista gorda con todos los asesinos y torturadores de la policía de Franco, esa
Brigada Político-Social que siguió actuando hasta bien entrados los años
setenta, algunos de cuyos miembros más sádicos prosiguieron sus prósperas
carreras en nuestra democrática policía…
Sucesivos gobiernos
socialistas apenas hicieron nada por recuperar la memoria robada durante la
dictadura, por lo que ahora sería absurdo pensar que esta derecha retrógrada y
con el plumero tan a la vista vaya a hacer algo al respecto.
Somos un país de
pelotazos, una burbuja dentro de una burbuja, sin nada sólido a lo que
aferrarnos.
Sí, es como una
escena de Tierra y Libertad, la
película de Ken Loach, o como un pasaje de La
esperanza, la novela de André Malraux. Es nuestra memoria extranjera.
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