PALABRA POR PALABRA. Mareas


Parece ser que sí funciona. Protestar, salir a la calle, decir que no. Organizarse, ir a la huelga, una vez y otra más y vuelta a empezar. Creíamos que no, que todo era inútil, que estábamos indefensos ante los atropellos y los delirios maléficos o imbéciles, ambos seguramente, de nuestros gobernantes, ante su obscena sumisión a las élites económicas, esa mafia. Sin embargo, en La Comunidad de Madrid, donde estaban decididos a privatizar seis hospitales y veintisiete centros de salud (externalización, lo llaman), las protestas, los paros y, sobre todo, la perseverancia de esa marea blanca que lleva año y medio subiendo y bajando por las calles de la capital, han conseguido paralizar esas obras de derribo de la Sanidad Pública en nuestro país. Ahora, la esperanza, ingenua, quizá, es que en otras comunidades, como en Galicia, a la derecha privatizadora (la Xunta sigue empeñada en aplicar el copago hospitalario y desmantelar la Sanidad privatizando, paso a paso, diferentes áreas y servicios, como el de esterilización de material clínico, entre muchos otros ya privatizados) le tiemble el pulso al percatarse de la verdadera fuerza de esa marea ciudadana.
Es alentador confirmar que protestar, no resignarse, sí vale para algo. En los últimos tiempos, querían vendernos la idea de que protestar era una actitud trasnochada, poco elegante, el último recurso de vagos y maleantes… el capricho “progre” de la gente del cine español en la ceremonia de los Goya. Con el despertar ciudadano del movimiento 15-M surgieron infinidad de voces que reprobaban la actitud de los “indignados”, aduciendo que ése no era el camino, que sus quejas no solucionaban nada, que lo que debían hacer era buscarse la vida, esforzarse, ser “emprendedores” (ese término repulsivo).
No obstante, hubo quienes no cejaron en sus convicciones reivindicativas a pesar de ese trasfondo de indiferencia social. También en el ámbito cultural; el cine de ken Loach, Robert Guédiguian, Adolfo Aristarain… los libros de Stéphane Hessel, José Luis Sampedro, Tony Judt… (Hay muchos más, por supuesto).
Ahora, el miedo a estas mareas por fin crecientes, ha llevado al gobierno a perpetrar su nueva Ley de Seguridad Ciudadana, lo que sumado al nuevo acceso de pago a la Justicia, pretende levantar un dique a la indignación ciudadana. Por suerte, hay mareas tan fuertes que acaban llevándoselo todo por delante.

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