PALABRA POR PALABRA. "Mala cabeza"


                                              Foto: JUAN MEDINA (REUTERS)

La Guardia Civil lleva muchos años tratando de lavar su imagen, esforzándose en hacer olvidar a la ciudadanía el terrible papel de cuerpo opresor que desempeñó durante la dictadura. Ha sido un proceso lento. La transición así lo quiso, también el empecinamiento estúpido y asesino de ETA, así como el flácido sentido común de quienes durante tanto tiempo se han llenado la boca con expresiones como “lucha armada”, “movimiento de liberación nacional vasco” (Aznar dixit) y, todavía hoy, “proceso de paz”, etc. Éste nunca ha sido un país fácil. Sin embargo, y a pesar de la ceguera de unos cuantos, el inevitable ciclo de la vida y lo que parecía una cierta consolidación democrática, consiguieron que, no sólo la Guardia Civil, sino el conjunto de las llamadas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, fuesen finalmente percibidos por la mayoría de los españoles como útiles instituciones democráticas al servicio de la libertad y del ciudadano.
Había costado lo suyo, pero las cosas habían cambiado, e incluso ciertos versos del gran José Agustín Goytisolo parecían quedarse obsoletos, memoria de otros tiempos: “Por mi mala cabeza yo me puse a escribir. Otro por mucho menos se hace Guardia Civil”. Ahora, era el momento de Chamorro y Bevilacqua, los lúcidos y modernos Guardias Civiles de las novelas de Lorenzo Silva.
Pues bien, en tiempo récord, el gobierno de Rajoy no solo está logrando destrozar esa confianza ciudadana que los diversos cuerpos de policía de este país se habían ganado con el sacrificio de su trabajo, sino que, con sus leyes retrógradas y su obstinada mendacidad está trasmitiendo la imagen de un país detestable, corrupto y autoritario.
La reciente actuación de la Guardia Civil en Ceuta, disparando pelotas de goma a personas indefensas en el agua, las mentiras de los responsables, las cuchillas en las vallas fronterizas, las nuevas leyes que prohíben la grabación de las actuaciones policiales en la calle, o que reservan el uso del espacio público para procesiones religiosas y otras vainas populistas mientras prohíben las concentraciones y manifestaciones reivindicativas…  Toda esta vuelta al pasado, hace nuevamente urgentes los versos de Goytisolo, su Mala cabeza: “Por mi mala cabeza creí en la libertad. Otro respira incienso las fiestas de guardar. Por mi mala cabeza contra el muro topé. Otro levantó el muro con los cuernos tal vez”.

Comentarios

Entradas populares