PALABRA POR PALABRA. Figuraciones
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Fernando Savater |
Leo en la prensa que
Fernando Savater publica nuevo libro y no tardo en presentarme en la librería
tratando de disimular mi ansiedad que, sin embargo, queda en evidencia en
cuanto me dicen que tendré que esperar al 26 de noviembre, fecha prevista para
que Figuraciones mías (Ariel) salga a
la venta. No será, por tanto, una espera larga, pero a uno le gusta anticipar
lo que supondrá leer las reflexiones de Savater sobre este presente en crisis,
sobre la grave incertidumbre que hoy vivimos en torno al mundo de la cultura, a
los constantes conflictos en la Educación Pública, al hermoso subtítulo de su
libro: Sobre el gozo de leer y el riesgo
de pensar. Lo que más me gusta de Savater es que su lectura siempre nos
pone en guardia contra ideas preconcebidas, y lejos de buscar en sus lúcidas
reflexiones la reafirmación en nuestros propios pensamientos, sabemos que lo
que nos espera será justamente lo contrario, unos cuantos puñetazos directos al
corazón de esas viejas ideas que guardamos enmohecidas en algún altillo de
nuestra conciencia y por las que, sin embargo, tan a menudo guiamos nuestro
criterio sobre determinados asuntos de la realidad. Savater es como una china
en el zapato de la comodidad del dogma, de la pereza mental que muchas veces
nos lleva a plegarnos a ciertas corrientes de pensamiento que nos parecen más o
menos afines, sin tomarnos la molestia de pensar verdaderamente por nosotros
mismos. “¿Ideas? Así llamamos a prolongar rutinas adquiridas… La idea, cuando
llega, nos agarra por el cuello y no nos permite la vanidad ni el respiro. Se
nota que es una idea porque nos quiebra… Por eso es un alivio que escaseen y
preferimos llamar pensar a calcular
gastos y beneficios” (Despierta y lee).
Y el propio Savater nos cita a Heinrich Mann: “Si se presiente un abismo bajo
la verdad, uno se aferra a la mentira y a la injusticia”.
Me gusta Savater
porque casi siempre consigue cabrear a unos y a otros, porque es brillante en
la forma y en el fondo, porque es un estímulo para la inteligencia y para la
independencia de las ideas… y porque, desdiciéndome o no de lo escrito arriba,
dice cosas como ésta: “Educar no es solo preparar empleados, sino ante todo
ciudadanos e incluso personas plena y conscientemente humanas, porque educar es
cultivar la humanidad y no solo preparar para triunfar en el mercado laboral”,
Figuraciones mías, y mías.
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