PALABRA POR PALABRA. En las nubes
Mientras paseo por mi ciudad a través de calles a prueba de la ley de
memoria histórica (por ejemplo, la muy reformada y contrarreformada avenida del General Sanjurjo, en la que
últimamente se han llevado a cabo las obras más modernizadoras e invasivas, así
como, al poco tiempo, las obras más regresivas e igualmente invasivas, sin que
la placa del nombre de la calle haya sufrido la menor transformación
democrática), leo en la prensa que destacados representantes del gobierno se
han unido al homenaje (beatificación) de la iglesia católica a sus mártires de
la guerra civil española.
A alguien nacido en tiempos democráticos, este
esperpento puede parecerle una simple muestra de la rancia clase política que
nos gobierna, una fruslería de aire vintage,
o, por el contrario, si esa persona nacida tras la muerte del dictador posee
ciertas inquietudes culturales y políticas, tal vez, una prueba irrefutable, no
sólo del olor a rancio, sino de la exasperante falta de inteligencia política y,
más importante, de la falta de respeto y el agravio comparativo que supone para
los familiares de los miles de muertos y desaparecidos del lado republicano a
los que este gobierno se empeña en ningunear y humillar en cuanto tiene ocasión
(sin mencionar a todos los ciudadanos que han vivido y sufrido bajo la
dictadura). Como último ejemplo, el PP acaba de rechazar una moción en el
Congreso que pretendía tipificar como delito la apología y enaltecimiento del
franquismo; lo que no puede extrañar a nadie, porque, de aprobarse, no pocos de
sus correligionarios (los más radicales, por supuesto) y más de un alcalde de
su partido pasarían inmediatamente a ser considerados delincuentes.
Pero, ¿qué
puede parecerle este acto (y me refiero al hecho de que en la beatificación
hubiese representantes del gobierno, no al acto en sí, puesto que la iglesia
católica es muy libre de celebrar los ritos que le plazcan) a aquellos
ciudadanos que tuvieron que vivir bajo el yugo de Franco y, por añadidura, bajo
el yugo de la religión católica, y además tienen familiares enterrados en las
cunetas de este país, cuando esos mismos gobernantes no hacen más que ponerles
trabas y repudiarlos de la manera más insolente? Ahora, tienen que venir desde
Argentina para abrirnos los ojos con los torturadores de la Brigada
Político-Social del franquismo. Y el gobierno mirando al cielo. En las nubes.
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