PALABRA POR PALABRA. Olores de verano


EL ROTO
Termina otro curso escolar, pero este año, las vacaciones de verano, además del olor de las sardinas de San Juan, nos traen el tufo rancio de la “contrarreforma educativa” del ministro Wert. Es la máquina del tiempo de la derecha de este país y sus viajes nostálgicos al pasado. La escuela pública recupera el polvo de las sotanas, la superstición y el adoctrinamiento mientras devalúa la educación para la ciudadanía y condena a los niños con menos recursos económicos a ser más listos o aplicados que los demás si pretenden acceder a las becas necesarias para sus estudios. Es un criterio de selección como otro cualquiera… igual que la reválida… Si es que no hay nada como los viejos tiempos, piensan los nostálgicos. Rouco se relame, los huesos de Francisco echan chiribitas de entusiasmo en su insigne mausoleo al que hace poco asignaron 280.000 euros para acondicionarlo a los nuevos tiempos, ¡qué no pierda brillo! ¡Quién sabe si de aquí a poco no estaremos organizando entusiastas excursiones de escolares que vayan a rendirle homenaje! Por ejemplo, como premio para aquellos alumnos que superen las reválidas de la ESO y el Bachillerato. Así podrían ponernos luego las imágenes, en añejo blanco y negro, en los telediarios de Televisión Española: formaciones de estudiantes convenientemente uniformadas (y es que hay quien imbuido de esta nueva moda retropolítica pretende implantar el uniforme en los colegios públicos) desfilando orgullosos por ese monumento al fascismo que ni siquiera los sucesivos gobiernos socialistas que hemos tenido han sabido o querido desmantelar, o, al menos, transformar en algo más próximo a los valores democráticos.

No obstante, sobre todos estos olores predemocráticos prevalece el de la podredumbre de la corrupción, que apenas nos permite tomar una bocanada de aire sin sentir náuseas. Leo en el periódico: “El 86% de la ciudadanía considera que España es un país corrupto”. Dicen que tomar conciencia del problema es un primer paso para su solución. Sin embargo, me parece a mí que la así llamada “clase política” no entra en el porcentaje de ciudadanos anunciado en el titular. Y es que, ya me dirán ustedes cuántas dimisiones se han producido en nuestro país por este motivo. ¿Tendrán atrofiado el sentido del olfato? Ahora les vemos hozar en el estercolero de la privatización de nuestro Sistema Público de Salud, y apesta.

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