PALABRA POR PALABRA. Leyendas mundanas
![]() |
El juez Baltasar Garzón |
Las llamadas “leyendas
urbanas”, esa suerte de creencias o supersticiones populares modernas acerca de
los asuntos más diversos, han servido a menudo a guionistas y escritores para
pergeñar los argumentos de muchas de sus películas y novelas de terror o
misterio: fantasmas que anuncian accidentes, hombres del saco, abducciones extraterrestres,
conductores psicópatas que circulan sin luces en plena noche… Hay también otro
tipo de leyendas, una modalidad más amable, que se transmite de boca en boca en
forma de ingenuo disparate, ya sea bien o mal intencionado; a saber: Elvis
sigue vivo, Walt Disney permanece criogenizado, la Coca-Cola desatasca
tuberías… Y por último, nos encontramos
una serie de maledicencias populares que todos hemos escuchado y pronunciado
alguna vez; una queja, una sospecha improbable de los tejemanejes de las
grandes corporaciones, los políticos y, en general, de cualquier persona o
entidad con poder, dinero e influencia suficientes como para conformar una
trama conspirativa a favor de sus intereses y en contra de los de la mayoría de
sus conciudadanos. Por desgracia, en los últimos años, hemos descubierto que muchas
de estas leyendas, cargadas de pesimismo y desconfianza social, eran más
realistas que fantásticas, historias mundanas que nos producen tanta
perplejidad como asco. Una náusea permanente. Por poner dos ejemplos tontos: sospechábamos
que los bancos se estaban aprovechando de la burbuja inmobiliaria, que ellos
mismos habían provocado, para estafar a todo dios con sus hipotecas… Y sospechábamos
también que nuestros políticos, no todos, una ubicua minoría, por así decir, sólo
miraban por su interés y el de sus amigos, familiares y empresas que tenían
compradas sus voluntades… Hoy sabemos que los banqueros nos han desplumado a todos
con una impunidad obscena (que seguimos consintiendo), y que nuestros
gobernantes han tenido el valor de bajar el sueldo a médicos, policías, jueces,
profesores… y funcionarios en general, además de recortar el gasto público y el
derecho de todos los ciudadanos a una Sanidad, Educación y Justicia gratuitas y
universales, mientras ellos cobraban sobresueldos y prebendas de tramas
empresariales corruptas. Ahora leo que “La trama Gürtel pagó parte de la boda
de la hija de Aznar”: 32.425 euros. (El
País 21-5-2013), y no puedo evitar
preguntarme: ¿dónde está el juez Garzón?
Comentarios
Publicar un comentario