PALABRA POR PALABRA. Primavera literaria

Publicado en el diario "La Opinión A Coruña" (suplemento Saberes) el día 13-4-2013

Esta primavera, uno tiene la impresión de no dar abasto con todas las novedades literarias que parecen haberse puesto de acuerdo para florecer al mismo tiempo, como los cerezos en el Valle del Jerte. Antonio Muñoz Molina, con Todo lo que era sólido fue el preludio de esta opulencia narrativa que ha desatado el cambio de estación; una reflexión inteligente y literaria sobre los años de la burbuja inmobiliaria en nuestro país, cuando el dinero fluía del suelo rústico al recalificado (ahora también sabemos que fluía desde las constructoras a ciertos políticos), de Europa a nuestras infraestructuras y de todos los contribuyentes a los desmanes megalómanos de nuestros gobernantes. Un libro crítico con unos y otros, con todo el mundo, porque, aunque les parezca mentira, todos estábamos allí (aunque unos más que otros, claro). Poco después, apareció En la orilla, de Rafael Chirbes, novela esperadísima de uno de los grandes. Chirbes siempre ha sido un escritor poco mediático y, por principios, reacio a mezclarse en círculos literarios e intelectuales, lo que seguramente haya afectado a su popularidad; menos conocido para el gran público que otros autores de su generación con menos talento, el autor de obras tan extraordinarias como La larga marcha, La caída de Madrid, La buena letra o Crematorio, por citar algunas, imprescindibles todas, es uno de nuestros narradores más importantes (lo lleva siendo desde hace veinticinco años) y, como diría un amigo, sus palabras deberían aparecer en los libros de texto de los institutos. Su última novela vuelve a revisar los temas que siempre le han interesado (así es la gran literatura); la actual crisis económica como escenario en el que diseccionar a unos personajes sumidos en otra crisis cuanto más profunda, la propia vida. La soledad, la amargura, la traición, el sentimiento de derrota, el peso de las relaciones familiares, la profunda herida que la guerra civil y la posterior dictadura infligieron a varias generaciones de españoles… Un libro duro y vital.
Pero hay más, esta primavera ha traído la necesaria reedición de Crónica de los Wapshot, de John Cheever. Y, como las flores de esos cerezos extremeños, brotan estos días las nuevas novelas de Jordi Soler: Restos humanos; Mathias Énard: Calle de los ladrones; y, otro de los grandes, Julio Llamazares: Las lágrimas de San Lorenzo. Las leeremos todas.









Comentarios

  1. En este inicio de la primavera, durante un lluvioso y amable fin de semana en Infiesto, tal vez influenciado por un Borsao de gran altura y una conversación catártica a cuatro bandas, comencé a leer dos libros de forma simultánea, a días alternos, para ejercitar la capacidad de atención, me dije. Uno es "El año de la muerte de Ricardo Reis", porque llevo un tiempo releyendo a Saramago por orden de antigüedad; el otro, "Sostiene Pereira", porque era una recomendación, más bien un mandato, que llevaba meses esperando su turno.
    Esta doble lectura me está proporcionando una experiencia magnífica. Ambos libros están ambientados en Lisboa, ambos en los años treinta, durante la dictadura de Salazar, con la estela inevitable de aquella convulsa Europa. Cierto grado de tristeza, de drama, flota en el aire cálido del Atlántico. Espero impaciente el momento en que Pereira se cruce con Ricardo Reis en Terreiro do Paço, y lo reconozca.

    Javier

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