PALABRA POR PALABRA. Tontos del culo
Publicado en el diario "La Opinión A Coruña" (Suplemento Saberes) el día 9-2-2013
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Javier Marías |
Javier Marías se preguntaba la semana pasada (El País Semanal) si de verdad merecía la
pena seguir escribiendo sus incisivas, inteligentes y refrescantes (los
adjetivos son míos) columnas en vista de lo inútil que le parecía el empeño, “Uno
intenta llamar la atención sobre lo que le parece mal, injusto, indecente, de
nuestra sociedad, y argumentarlo…” “Pero pasan los años y en conjunto ve que
más bien todo empeora, y que quienes podrían enmendar algo (los políticos,
sobre todo) parecen aplicarse a hacer lo contrario de cuanto uno solicita o
propone, y a reincidir en lo que critica o condena”.
El pesimismo y el hastío de Marías reflejan en
buena medida el desencanto en que vivimos instalados desde hace algún tiempo.
La política ha caído tan bajo como la banca, si es que en realidad existe una
verdadera distinción entre ambas actividades. Y es que muchos de nosotros,
corrientes ciudadanos de este país democrático y monárquico, ¿o viceversa?, no
salimos del asombro, del estupor que nos produce nuestra proverbial ingenuidad.
Porque, según el exdiputado y exsenador del PP Carlos Mantilla (en
declaraciones a la Radio Galega), “Es una hipocresía pensar que los partidos
políticos no tienen una financiación ilegal… Es sabido por todo el mundo”. Y
aquí estamos nosotros, el resto de ese mundo, la pandilla de cándidos y, por
qué no, tontos del culo, que no acabamos de entender cómo es posible que todos
lo sepan y nosotros no, que todos lo acepten y les parezca cosa común y de lo
más corriente y lógica y, sin embargo, a nosotros nos escandalice que,
precisamente, quienes se dedican a la política de un modo profesional, quienes
aspiran a representar, legislar y gobernar un país democrático, en definitiva,
quienes más deberían velar por ella, se pasen por el forro de sus trajes la
legalidad vigente, la ética más universal, la honradez más elemental; a menudo,
mientras se les llena la boca con palabras como patriotismo o nación o dios.
Javier
Marías duda de la utilidad de sus columnas de opinión, y nosotros empezamos a
plantearnos si de verdad merece la pena acudir a las urnas cada cuatro años, hacer
la declaración de la renta o, incluso, levantarnos por las mañanas para llevar
a nuestros hijos a las escuelas públicas que nuestros gobernantes tratan de
desmantelar… Pero no se preocupen, porque todo esto no es cierto, salvo alguna cosa.
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