PALABRA POR PALABRA. Memoria sólida

Publicado en el diario "La Opinión A Coruña" (suplemento Saberes) el día 23-2-2013
Antonio Muñoz Molina

Un día abrimos los ojos y descubrimos un país sembrado de ayuntamientos en quiebra, ciudades y comunidades autónomas vendidas a los proyectos megalómanos de los gobernantes de turno y, en ocasiones, perpetuados por ese sentimiento tribal e insolidario de “pertenencia a banda autóctona” que tan a menudo está por encima, incluso, del partidismo más cerril. Un día parecemos despertar de un pasado nebuloso para desayunarnos una trama de corrupción inconcebible, arraigada de tal manera en las entrañas de nuestro sistema democrático que marea pensar en todas las implicaciones, en la magnitud de una estafa moral que nosotros mismos hemos alimentado con nuestros votos. Pero, ¿cómo ha sido posible? ¿Acaso todo este desastre ha surgido de la nada? ¿Dónde estábamos nosotros cuando se decidía construir aeropuertos en mitad de la nada, inútiles Cidades da Cultura y una lista interminable de ostentosos símbolos culturales que hoy constituyen el flagrante reflejo de nuestra verdadera ignorancia? ¿Hubo, en realidad, algún debate político e intelectual? ¿Recogió la prensa convenientemente la crónica de tanto disparate?
Antonio Muñoz Molina reflexiona sobre estos y otros asuntos, sobre esa memoria quebradiza y volátil de nuestro pasado más reciente en su nuevo libro, Todo lo que era sólido. En una entrevista aparecida el pasado domingo en El País Semanal, el escritor explicaba que sin este esfuerzo por mirar hacia atrás, el presente no se entiende, “Porque se hace creer que las cosas, tal como están ahora, han existido siempre. Que los valores que hay ahora han existido siempre. Y eso no es verdad”. Su intención es “Recordar y contar lo que uno ha visto, esforzándose por no mentir y por no halagar y por no dejarse engañar uno mismo por el resentimiento o por la nostalgia”, algo que, además, considera “una obligación cívica”. Las ideas de Antonio Muñoz Molina recogidas en esta entrevista anticipan el placer que supondrá la lectura de este oportuno ensayo. Porque es necesario abrir los ojos a lo que está pasando, tomar conciencia de que “nada es para siempre y cualquier derecho conquistado puede desaparecer”. Qué pensaremos dentro de cinco o diez años si ¿de pronto? nos encontramos un país sin escuelas públicas, sin un sistema universal de salud, con las calles llenas de personas desahuciadas mientras la flor y nata europea se lo monta en Eurovegas.

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