PALABRA POR PALABRA. Momentos humanos
Publicado en el diario "La Opinión A Coruña" (suplemento Saberes) el día 26-1-2013
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Don DeLillo |
Son días desapacibles. Afuera, las calles azotadas
por el temporal, una lluvia como de película de ciencia-ficción que parece
calarte de abajo arriba, de lado a lado. Lluvia nocturna que arrecia contra las
ventanas. Mañanas grises pobladas de charcos y paraguas. Las tardes en cuesta,
agotadoras, interminables y oscuras. Eso afuera. Más allá, o más acá, en otro
nivel de la realidad, caen en tromba las noticias sobre la corrupción política
y las actividades mafiosas de partidos, altos cargos, empresarios, casa real… y
toda esa hipocresía ulcerante; y saltan por los aires las tapas de las
alcantarillas y se desbordan acequias y cloacas, y la realidad queda hecha un
fangal intransitable. Apesta.
Así que decides ponerte a resguardo de las
inclemencias del invierno (no tanto, porque es imposible, de la decadencia y la
imbecilidad generalizadas, no tanto de los piratas económicos que gobiernan a
nuestros gobernantes, ni de su propia vileza) y recostarte en tu sillón a leer
los relatos de El ángel Esmeralda, la
nueva obra maestra de Don DeLillo. Nadie como este grandísimo escritor neoyorquino
para devolvernos esa sensación de inteligencia tan difícil de experimentar
últimamente por otros medios. DeLillo escribe sobre esa realidad de intemperie,
de la que veníamos huyendo, desde una perspectiva única. Su destreza narrativa
consigue transformar las abstracciones del pensamiento en conceptos universales
y, más difícil todavía, evocar emociones de una intimidad casi subconsciente a
partir de elementos cotidianos, de situaciones o conversaciones en apariencia
banales y que, sin embargo, trascienden el contexto del relato para desvelarnos
nuestras propias incertidumbres, nuestros miedos y obsesiones; una forma de
mirar que ya no es suya ni nuestra, auténtica literatura.
Uno de los relatos que más me ha gustado se titula Momentos humanos de la Tercera Guerra
Mundial, y creo que resume perfectamente el pulso literario de todo el
libro, en realidad, de toda la obra de Don DeLillo; la percepción, siempre
subjetiva, de lo humano frente al caos.
Afuera, en esa realidad enfangada, el desconcierto
y la infamia están arrasando con cualquier forma de probidad e inteligencia.
Nos azota un temporal, una ciclogénesis explosiva de estupidez que acabará despojándonos
de algo mucho más importante que el dinero, esos momentos humanos.
Por un influjo gallego, tengo ese libro desde hace unas semanas esperando en mi biblioteca, sobre algún Cortázar, un Cunqueiro y dos Delibes (aún no ha ocupado su lugar, debo ordenar ciertos libros).
ResponderEliminarEn breve lo leeré y lo comentaremos. Salud.
Javier