PALABRA POR PALABRA. El porvenir
Publicado en el diario "La Opinión A Coruña" (Suplemento "Saberes") el día 15-9-2012
Septiembre nos trae eso que muchas veces se nos
escapa en enero; cierta cualidad de comienzo, de renovación que, seguramente,
tiene mucho que ver con nuestra infancia, con el colegio y tantos años de
estudios que arrancaban invariablemente en septiembre. Uno asimila este mes,
que ya desde el día uno huele un poco a humo de leña y al aire renovado y frío
de las tardes de otoño, con el principio de un nuevo año; quizá con un cambio
de planes, un nuevo proyecto, un volver a empezar, un tiempo nuevo que se nos
figura intacto todavía, esperando nuestro paso, que a la vez nos alienta y nos
llena de incertidumbre, que nos impulsa a seguir adelante, a pesar de todo, o,
precisamente, con la esperanza de escapar de cuanto nos atenaza, de sacudirnos
quizá la decepción, la tristeza que podamos arrastrar del año o del curso
anterior que, ahora, parece desvanecerse con los últimos días perezosos del
verano.
Lo cierto es que el paisaje político y económico no
transmite buenas sensaciones. Al contrario, el desencanto parece generalizado,
porque mientras se destruye el empleo y se carga contra los trabajadores, se
nos recorta hasta el aire que respiramos y se exige un sobresfuerzo a la
ciudadanía, a los grandes ases de las finanzas les va estupendamente, eso que
llaman “las grandes fortunas” son cada vez más grandes y los piratas que han
puesto el país y la economía patas arriba no solo conservan su Botín, sino que
continúan explotándonos y exigiéndonos todo tipo de sacrificios (también
humanos) para que ellos puedan seguir manteniendo su flota mercenaria. La
democracia no pasa por su mejor momento, amordazada por intereses económicos
ajenos a la inmensa mayoría de los ciudadanos, la voz meliflua del gobierno
parece un playback, una letanía de
mentiras que de tan conocidas, ya ni siquiera consiguen sobresaltarnos. Es así,
pero septiembre es ese tiempo de cambios, ese nuevo curso que puede traernos
algún atisbo de esperanza. Este verano he leído un libro que es un acicate, se
trata de Historia menor de Grecia, de
Pedro Olalla, una pequeña maravilla literaria y un relato de esperanza y
reivindicación de la actitud humanista: “una actitud de resistencia frente a un
entorno adverso y bárbaro… Cada vez que ha brillado… la humanidad ha dado un
paso hacia la sensatez, hacia la ponderación, hacia la dignidad del hombre por
encima de credos e intereses”.
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