PALABRA POR PALABRA. El consuelo de la ficción
Publicado en el diario "La Opinión A Coruña" el día 17-12-2011 (enlace Suplemento Saberes)
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Don DeLillo |
Ante el terrible desencanto que a menudo nos provoca
la realidad, a veces, a uno no le queda más remedio que refugiarse en las
satisfacciones más íntimas e inmateriales que puede proporcionarnos la ficción.
Es difícil, lo sé, porque al parecer, incluso los lectores más empedernidos,
los escritores más descarnadamente literarios, incluso los editores y libreros
más audaces y entusiastas han de sufrir el malicioso desgaste que
irremediablemente genera la fuerza de rozamiento de la realidad. Cómo abstraerse
de este panorama de corruptelas monárquicas y políticas, de acoso y derribo
contra los servicios públicos y los derechos de los trabajadores. Este panorama
en el que nuestros políticos, envalentonados, se atreven a proponer el cobro
por “servicios no médicos” en los hospitales, en un nuevo intento (ya no saben
de qué modo retorcerlo y disfrazarlo) de abrir la puerta a la privatización de
la sanidad; donde a los representantes de las confederaciones de empresarios no
se les cae la cara de vergüenza al proponer salarios de 400 euros o decir cosas
como que “un despido objetivo no debería ser interpretable por un juez”… No
obstante, lo más “dramático” que he escuchado últimamente son unas declaraciones
de un político (afortunadamente he olvidado su nombre) que, al poco de que su
partido ganase las pasadas elecciones generales, se atrevió a decir en una
emisora de radio que debería acelerarse el traspaso de poderes, pasando incluso
por encima de los plazos marcados por la ley, ya que los mercados no esperan a
nadie. Ya ven ustedes, los mercados están por encima de la ley… Es para echarse
a temblar, o a llorar, o a reír, que dicen que tener sentido del humor es muy
saludable. Por mi parte, me echaré a leer, que es a lo que estamos en este Palabra por palabra, a pesar de esta
digresión quizá excesiva. Mi satisfacción literaria, mi pequeño consuelo de
ficción del que quería hablarles, es la reedición de un libro de Don DeLillo
que no había tenido la oportunidad de leer, Los
nombres (1982), y que ahora publica Seix
Barral. DeLillo es un autor de un talento extraordinario. Su escritura es
hipnótica y muchas veces requiere un grado más de concentración. Cada palabra
es tan exacta como la pieza más pequeña de un reloj, y de su artesano engranaje
surge una realidad más compleja e inteligente que la que, desgraciadamente,
habitamos.
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