PALABRA POR PALABRA. Septiembre
A la vuelta de este verano que, aquí en el norte, ha tenido el sabor y la consistencia de los tomates de ahora, insípidos y llenos de agua, llega septiembre con esa antigua promesa de comienzo de curso, de tiempo todavía sin desprecintar, tiempo virgen para emprender nuevos proyectos o para retomar aquellos que habíamos abandonado al albur de los días livianos y perezosos de agosto.
Regresamos a nuestras rutinas laborales y domésticas con la resaca de esas escenas de exaltación religiosa vividas en la capital de nuestro Estado aconfesional, el celo con el que nuestras fuerzas de seguridad se han empleado con periodistas y transeúntes pacíficos e indefensos en ese empeño (que recuerda tiempos pasados y huele a naftalina) por dispersar a mamporros a quienes pudieran enturbiar tan inmaculada, y subvencionada, congregación de católicos ante su líder.
Yo, entretanto, me estoy leyendo el nuevo libro de Federico Cocho: Guerra Civil. Que pasou en Galicia e en España (Edicións Xerais), entretenida e ilustrativa visión de un conflicto que no dejaremos de arrastrar en nuestra conciencia democrática si no acabamos de enfrentarnos, sin miedos ni silencios, a nuestra historia reciente. Precisamente, y como bien refleja Cocho en varios de los capítulos, la religión constituyó uno de los elementos perturbadores de la convivencia en los tiempos de la Segunda República y, a la vista está, parece que en pleno siglo XXI todavía no hemos sabido cómo encauzar, con los mecanismos de nuestra moderna democracia, el derecho a la libertad de culto religioso y el deber del Estado de mantenerse al margen de cualquier confesionalidad.
Federico Cocho presentó su obra en la Feria del Libro de A Coruña de este verano, acompañado por Carlos G. Reigosa, en una entretenida charla en la que ambos destacaron ese silencio histórico que, todavía hoy, envuelve la tragedia de aquella guerra y de la posterior represión franquista, no sólo en el ámbito institucional, también en el de las pequeñas y cercanas historias familiares que marcaron las vidas de nuestros padres y abuelos. Y es verdad, poco sabemos y poco o nada nos contaron, y, como escribe el propio Federico Cocho: “Convén, por cultura, por hixiene cívica e por imperativo moral, que as novas xeracións saiban.” Y de eso se trata, de empezar este septiembre todavía intacto con la ilusión de nuevas lecturas, más saberes.
Estoy en este instante leyendo Luna de lobos, "ópera prima" de Julio Llamazares, excelente libro que refleja un minúsculo pasaje (tan inmenso como tantos hubo) de nuestra Guerra Civil y de los inicios del franquismo, con un estilo poderoso y melancólico. Desgraciadamente no lo leerán, como parte de su formación académica, nuestros hijos en sus colegios. Afortunadamente lo encontré en la Feria del Libro de Laredo, arrinconado y olvidado.
ResponderEliminar