PALABRA POR PALABRA. Cuentos


Raymond Carver (1939-1988)
Son muchos los escritores que a lo largo y ancho de su obra han cultivado el género del relato; bien en aquel lejano período de iniciación narrativa, cuando el impulso incontrolado de escribir chocaba con su impaciencia juvenil, “adoro el salto repentino de un buen cuento, la excitación que empieza a menudo en la primera frase, el sentido de belleza y misterio que se encuentra en los mejores cuentos, y el hecho -de crucial importancia para mí desde el principio y que todavía tengo en consideración- de que el cuento puede ser escrito y leído de una sentada”, escribió Raymond Carver; bien como contrapunto de su producción novelística (sin que por ello pueda parecer un género menor. Escribir buenos cuentos requiere poseer un gran pulso narrativo y dominio de estilo, además de una suerte de innata visión literaria de los acontecimientos más nimios de la vida), porque después de haber dedicado varios años de su vida a una única historia poblada de obsesiones que minuciosamente ha tenido que desarrollar, enredar y desenredar, tratando de resolver el conflicto de partida (y las buenas novelas nunca llegan a resolverse del todo, como la vida), uno agradece la levedad de ese pequeño universo de veinte folios, o porque, sencillamente, la cabeza del escritor se va llenado de cuentos a medida que escribe su novela y, de vez en cuando, y por cuestiones de salud mental, todas esas historias deben tener también una salida sobre el papel; o bien, puede darse el caso, más infrecuente, de que el relato constituya el centro mismo de la obra literaria del escritor, como ocurrió con el propio Raymond Carver.
Antón Chéjov (1866-1904)

Casi todos los grandes escritores de cuentos contemporáneos han reconocido la influencia que ejerció sobre ellos la obra del considerado gran maestro del género: Antón Chéjov. Tras él, o a pesar de él, legendarios autores del siglo XX  han probado suerte con el relato corto (por uno de los tres motivos arriba expuestos, o por los tres, quizá) con excepcionales resultados.  Es difícil señalar a unos pocos porque es indudable que serán más y quizá mejores los omitidos, pero entre los creadores de algunos de mis relatos favoritos podría citar a John Cheever, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Juan Carlos Onetti, Ernest Hemingway… y también los más cercanos, y tan importantes para mí, Juan José Millás o Manuel Rivas, con quienes crecí leyendo.

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