PALABRA POR PALABRA. Un escritor atípico


Jonathan Littell
Una de las novelas más impresionantes que he leído en los últimos años es, sin duda, Las benévolas, de Jonathan Littell. El libro llegó a España precedido por la buena fama del Premio Goncourt y el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa, concedidos ambos en 2006. Esto, sin duda, influyó en que fuese una potente editorial quien se hiciese con los derechos en nuestro país y su buena distribución facilitase el acercamiento al gran público de un autor desconocido, que llegaba al mundo editorial con una primera novela de más de mil páginas, derrochando buena literatura por los cuatro costados y perfectamente alejada de los cánones del best seller. Sin duda un éxito de ventas atípico: escritor novel, obra de una gran extensión, y un tema profundamente ambicioso y complejo: el Holocausto, la locura asesina de los nazis relatada a través de la experiencia en primera persona de Max Aue, un joven oficial de las SS que fue partícipe y verdugo en la campaña rusa. Mientras la Wehrmacht libraba duras batallas de conquista,  las SS “limpiaban” de “enemigos del pueblo” la retaguardia. La novela es fiel a los hechos históricos, y la originalidad del punto de vista de uno de los asesinos, capaz de reflexionar con inteligencia y de exponernos sus razones, sus dudas y sus convicciones, la convierte en un relato estremecedor.  El libro posee escenas tan perturbadoras, narradas con una sobriedad y un pulso literario tan excepcionales, que permanecerán grabadas en la mente del lector con una hondura imborrable. Por ejemplo, las páginas en las que se recogen los asesinatos en masa de Kiev, que en septiembre de 1941 acabaron con la vida de más de 30.000 personas en solo dos días, me dejaron tan turbado por el horror de los acontecimientos como admirado por la potencia y calidad de su prosa.
Tras esta novela y este éxito atípicos (si pensamos en el tipo de novelas contemporáneas que acaban convirtiéndose en éxito de ventas) se encuentra Jonathan Littell, un escritor, sin duda, poco corriente en nuestros días. No se presentó a recoger el Premio Goncourt porque no cree en la naturaleza mercadotécnica de los premios literarios,  prefiere la sombra a los focos de la popularidad, le disgustan las entrevistas y, pasados cinco años y un ensayo, Lo seco y lo húmedo (2009), seguimos esperando su próxima novela… Con gran interés, por cierto.

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