FICCIONES. Improvisación

Publicado en el diario "Galicia Hoxe" (enlace texto en gallego) el día 26-6-2011

Da miedo esta carrera improvisada de recortes, de reformas apresuradas en los servicios públicos, provocada por la crisis. Pero lo que de verdad asusta es pensar en todos estos años pasados en los que el país entero ha vivido cómodamente instalado en la improvisación permanente. Una improvisación “planificada” por los políticos, financiada por los bancos y, digámoslo, secundada con codiciosa y/o ignorante felicidad por buena parte de la ciudadanía. La improvisación de la liberalización irresponsable del suelo, del deshonesto negocio financiero, de vivir por encima de nuestras posibilidades, de pretender hacer dinero rápido, casi sin esfuerzo, de creer en esa tan mencionada Ley del Mercado con la misma fe ciega que los creyentes de cualquier religión depositan en sus leyes divinas, de incitar a la compra de viviendas a través de un trato fiscal inicuo, discriminatorio con quienes eligieron vivir de alquiler… En definitiva, la improvisación que supone ponerlo todo en manos de una favorable y ficticia corriente económica en vez de promover unas bases sólidas de convivencia fundamentadas en la educación pública y en la cultura. Y no me refiero a sacar pecho con estadísticas de titulados universitarios, embelesarnos con el renovado glamour de los premios Goya o batir records de audiencia televisiva. Me refiero a educar para la convivencia, para la ciudadanía (que tanto disgusta a algunos), para crear futuras generaciones de ciudadanos capaces de trabajar por un proyecto común, con honradez y sensibilidad hacia los problemas de todos, hacia la construcción de una sociedad más justa, alejada de este ensimismamiento burdo por el dinero, por la ostentación de ese lujo cutre y derrochador. 

Hace poco, leí un artículo en la web de Antonio Muñoz Molina, Hora de despertar, donde, como siempre tan acertado,  apuntaba también hacia la autocrítica: ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros? “El profesor enseñar, el estudiante estudiar haciéndose responsable del privilegio que es la educación pública, el tan solo un poco enfermo no presentarse en urgencias, el periodista comprobando un dato o un nombre por segunda vez antes de escribirlos, el padre o la madre responsabilizándose de los buenos modales de su hijo, cada uno a lo suyo, en lo suyo, por fin ciudadanos y adultos.”

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