PALABRA POR PALABRA. Después del fin


Ernesto Sabato
Hace ya algunos años, en aquella época en que el deseo de escribir empezaba a tomar cierta forma en el papel, cuando arrancaba horas al sueño o a los apuntes de clase delante de mi máquina de escribir, cigarro en mano, por supuesto; con la única ausencia —para mi literaria imaginación— del tan pertinente vaso de whisky (pero entonces sólo gastábamos litronas y, seguramente, ya habríamos dado cuenta de ellas)… en aquella época, decía, como cualquier aspirante a escritor, tenía una serie de referentes literarios muy precisa. Y a la cabeza, un trío de autores sudamericanos que devoraba con las ansias del aprendiz y el placer del lector rendido a sus ficciones: Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti y Ernesto Sabato. Tuve que remover muchas librerías para ir consiguiendo sus obras, puesto que todos ellos nacieron a principios del siglo XX (Benedetti, el más joven, en 1920) y cuando yo los descubrí, entrada ya la década de los noventa, algunos de sus títulos sólo podían encontrarse (a la espera de futuras reediciones) en el mercado de segunda mano o en una de esas librerías, cada vez más infrecuentes, en las que la cultura literaria prevalece, o, simplemente, convive, con la frivolidad del best-seller y la tiranía del mercado y la publicidad.
Aunque sus historias y su forma de escribir discurrían por universos diferentes, compartían, a mi modo de ver, ese fondo de tragedia que destilan todos sus personajes, el desconcierto en que vivimos, la trivialidad del azar, la fugacidad, la soledad, el sinsentido de cuanto somos… Benedetti, el más bondadoso, el de la prosa más clara y entusiasta (quizá influido por su condición de poeta); Onetti, difícil, crudo, con historias de una calma aparente, casi tediosa, bajo la que emergen pasiones asesinas; y Sabato, simbólico, sembrador de metáforas audaces y conspirativas, afectado de una crónica y lúcida desesperanza. Tres escritores absolutamente comprometidos con la literatura y con la verdad, por eso sus narraciones llegan tan hondo, son universales. En 1994 murió Juan Carlos Onetti. En mayo de 2009, Mario Benedetti, y el sábado pasado, el último día de abril, fallecía Ernesto Sabato. Después del fin, nos quedan sus libros, claro, toda esa sabiduría: “Lean lo que les apasione, será lo único que los ayudará a soportar la existencia”. Ernesto Sabato, Antes del fin (Seix Barral, 1999).

Comentarios

Entradas populares