FICCIONES. Únicos

Don DeLillo
Suele ser habitual entre quienes cultivan con entusiasmo su adicción al vicio (todavía social y legislativamente saludable) de la lectura, pasar por ciertas etapas de obsesión o dependencia hacia un determinado escritor, subgénero literario e, incluso, hacia una obra en particular a la que se verán impelidos a volver en fecundas y lenitivas relecturas. Estos trances pueden ser pasajeros, fruto de la edad o del momento vital por el que atraviesa el lector, o, por el contrario, arraigar en él de un modo indeleble y, como esas pequeñas imperfecciones que definen el carácter de las personas, marcar ya de por vida su relación con la literatura.
Entre una y otra novedad editorial, el lector entusiasta y adicto ha de sufrir largos períodos de abstinencia, incapaz de proveerse de esa sustancia narrativa que se ha convertido en alimento indispensable de su intelecto. Si, además, el escritor causante de tales afecciones ya ha fallecido, desengancharse puede resultar toda una novela.
Thomas Bernhard


Por este motivo, es de agradecer que haya editoriales dispuestas a publicar piezas sueltas, diarios, cuentos, artículos, ensayos... “rarezas” de algunos de estos grandes y adictivos autores. Una de ellas es Seix Barral, con su colección “Únicos”. Hace algún tiempo, di por azar con Contrapunto, de Don DeLillo, un pequeño libro de cincuenta y siete páginas publicado en esta colección. Sé que la dosis puede parecer insuficiente, sin embargo, su pureza extraordinaria lo compensa con creces. DeLillo, con su habitual prosa “exacta”, nos guía en esta suerte de artículo ensayístico a través de un entramado de relaciones artísticas y existenciales entre el virtuoso y genial pianista Glenn Gould, el escritor Thomas Bernhard y su libro El malogrado (en el que precisamente convierte a Gould en uno de sus personajes), y el también pianista, y todo un clásico del jazz, Thelonius Monk.
Glenn Gould


La soledad parece ser uno de los nexos de unión que imagina DeLillo; la soledad del acto creativo, del universo del artista obsesionado con su propia creación, del Ser Humano en último término, “Bernhard era un solitario que conocía a mucha gente”, podemos leer. Se trata, pues, de una obra excelsa para el impenitente, ese lector que, como es mi caso, multiplica sus adicciones con cada uno de estos músicos y escritores.
Thelonius Monk

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