FICCIONES. Escribir y leer

Publicado en el diario "Galicia Hoxe" (enlace texto en gallego) el 30-1-2011

En estos tiempos publicitarios que corren, el oficio de novelista exige cada vez mayores dotes mercadotécnicas. Para el escritor novel ya no es suficiente el talento o el buen hacer literario para ver publicada su obra. Las grandes editoriales han adoptado una curiosa técnica de selección de originales que obliga al autor a hacer un ejercicio de exhaustiva sublimación; describir su libro a través de una cruel sinopsis: dos o tres párrafos en los que se condense la esencia de varios años de trabajo, cientos de páginas, miles de palabras, decenas de personajes, ideas e historias que convergen en ese universo narrativo que denominamos novela. Si el autor no domina esta sutil técnica de persuasión, la editorial ni siquiera echará un vistazo al manuscrito. Asimismo, casi todos los novelistas, ya con su obra publicada, han de pasar, en mayor o menor grado, por el vano ajetreo que conllevan las ineludibles campañas de promoción de sus libros. Durante una o dos semanas, sus habituales rutinas, que yo imagino, de largas y solitarias jornadas de trabajo, de sosegadas horas de lectura en el silencio de sus hogares, saltan por los aires en un rebumbio de presentaciones, entrevistas y todo tipo de apariciones en los medios de comunicación. Es habitual, y comprensible, que, en tales circunstancias, muchos de ellos recurran a manidas reflexiones acerca de su obra, frases hechas con las que tratan de capear la dificultad que, a mi parecer, entraña para cualquier autor explicar qué es lo que ha escrito, de qué trata su libro. No obstante, hay una frase que empiezo a escuchar con una asiduidad intrigante y que, además, el periodista tiende a destacar como titular arrojadizo y entrecomillado: “He escrito el libro que me gustaría leer”. Podríamos ser bondadosos y considerarlo un comentario desafortunado, una interpretación desasida del periodista o un transitorio ataque de vanidad del escritor, fruto del exceso de atención mediática. No obstante, me desilusionaría, y de qué modo, escucharla en boca de algún escritor al que admiro, porque, de entre tantas frases sentenciosas como ha producido el mundo de la literatura, yo me quedo con la siguiente cita de Jorge Luis Borges: “Que otros se jacten de las páginas que han escrito, a mí me enorgullecen las que he leído”.

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