Gente con historial
Las últimas encuestas sobre intención de voto para
las elecciones generales del veinte de diciembre auguran un nuevo gobierno del
PP. No se equivoca Mariano Rajoy cuando dice que “Aquí hace falta gente con
historial”. Los sondeos parecen confirmar que la mayoría de los ciudadanos de
este país así lo cree, porque, ¿qué otro partido posee un historial tan
fabuloso como el del PP? Un larguísimo historial de actuaciones a caballo entre
lo delictivo y lo inmoral, entre la malevolencia y la majadería, entre el
despropósito y la inanidad… Y, en fin, es innegable que los españoles tenemos
muy poca memoria, lo que, sin duda, es una ventaja electoral fantástica cuando
uno se pone a hablar de historiales.
Pero qué quieren que les diga, no quisiera perder
mi innato optimismo, mi confianza en la bondad e inteligencia de la gente, así
que se me ha ocurrido que, quizá, las encuestas estén, no digo que manipuladas
(no seré yo quien dude de la profesionalidad de las empresas demoscópicas),
sino algo confusas. Y es que me pongo en el lugar de un entrevistado cualquiera
y qué difícil sería para mí no contestar con calculada ironía a las preguntas
de mi encuestador sobre ciertos asuntos del historial del partido del gobierno,
como por ejemplo los sobresueldos, Bárcenas, la irrupción de la policía en la
sede del PP, los ordenadores sin disco duro, el “Luis, sé fuerte” del
Presidente, el auge y caída de Rodrigo Rato desde el altar del santo economista,
vicepresidente y ministro de todos los milagros, hasta las tarjetas black, las
“salas de fiestas”, el fraude de Bankia, la evasión de impuestos…, el
incumplimiento sistemático de todo lo prometido en su última campaña electoral
y, si seguimos tirando del hilo de esa “gente con historial y experiencia de
gobierno” que defiende Rajoy (pongamos que hablamos también de la gestión de
Fabra y compañía en la Comunidad Valenciana), seguro que en la encuesta no
dejarían de preguntarme por la guerra de Irak o la repulsiva reacción del gobierno
del PP tras los ataques terroristas del 11M, mintiendo sin escrúpulos a una
ciudadanía aturdida por lo que acababa de ocurrir, propagando la idea de una
conspiración de ETA, el PSOE, la policía… en un ejercicio delirante de irresponsabilidad
política e inmoralidad.
Un historial fascinante, le diría a mi encuestador,
y quién sabe, quizá por teléfono, la ironía pudiera confundirse con llana
estupidez.
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