PALABRA POR PALABRA. Memoria de un país sin memoria
He
leído la última novela de Julio Llamazares como en un rapto. Rendido a la honda
cadencia de su prosa desde la primera hasta la última línea, de tal forma que
llegado al final, a esa cita de Benet que parece negar todo lo que uno todavía
está asimilando de tan intensa lectura, tuve que reprimir el poderoso impulso
de volver a empezar.
Distintas
formas de mirar el agua es una novela sobre la memoria, que es
como decir sobre la vida, sobre lo que somos gracias (o por desgracia) a lo que
fueron otros, quienes nos precedieron y construyeron (o destruyeron) lo que
nosotros hemos heredado. Lo que permanece y lo ya desaparecido (sumergido).
En
un país cuyo pasado reciente continúa siendo una habitación poco aireada (por
más que hace unos años la llamada memoria histórica se convirtiese en una
especie de moda, al fin y al cabo, pasajera, como todas las modas), donde se
apostó por una borrachera de futuro, de crecimiento y riqueza sobrevenida a expensas
de un pasado vergonzoso y pobre, donde lo moderno siempre estaba fuera de
nuestras fronteras y, sobre todo, lejos del recuerdo de lo que habíamos sido y
consentido durante cuarenta años de dictadura, el joven Llamazares de Luna de lobos, allá por los movidos años
ochenta, escribió una novela intemporal, esencia de la gran literatura, sobre
la memoria de quienes sufrieron y combatieron la dictadura en los montes, los
guerrilleros republicanos que encarnaron el último baluarte de la dignidad
perdida durante décadas, hasta el último aliento del dictador, quizá hasta hoy.
Porque todavía hoy seguimos sin ponernos de acuerdo en la forma de recuperar la
memoria del país que fuimos, porque miles de muertos continúan enterrados en
cunetas y fosas comunes, porque ayuntamientos, Gobierno e Iglesia Católica se
niegan a retirar la simbología franquista de calles, edificios y monumentos…
Porque somos un país que no ha querido saber nada de sí mismo, quizá por miedo,
durante la llamada Transición, quizá por vergüenza, después.
En
su última novela Llamazares continúa explorando y reivindicando la memoria y la
literatura a través de la historia de un pantano, de los pueblos que
desaparecieron con él, de las vidas que sacudió y transformó, del hecho
innegable de que sin memoria, el paisaje más desolador puede acabar
convirtiéndose en un mero paraje turístico, una fachada que oculta la verdad bajo
sus aguas estancadas.
Inmenso como acostumbras. Una hermosa contribución a mantener alejada del olvido la memoria que nos salva y que, con personas como tú, nunca decaerá. Gracias.
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