PALABRA POR PALABRA. El fondo
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BORJA SUAREZ (REUTERS) |
La
imagen de España como un país decadente, corrupto hasta la médula, inculto,
católico y entregado, verano tras verano, al embrutecimiento de algunas de sus
fiestas populares más internacionales parece la que mejor encaja en el
idiotismo “marca España” que políticos y empresarios de este país pretenden vender
por el mundo adelante. Resumiendo un poco: incompetencia, toros, sol, semana
santa, violencia festiva y botellón (bueno, sí, y café con leche…). Quienes creíamos
que no se podía caer más bajo y nos avergonzaba, no solo pertenecer a un país
así, sino asistir al enaltecimiento estúpido por parte de nuestros gobernantes
de tales especificidades propias de otros tiempos, de un país que, ingenuos
nosotros, creíamos superado, resulta que estábamos equivocados. Se puede caer
más bajo. En realidad, España no parece tener un fondo sobre el que caer y
poder levantarse de nuevo. No hay fondo. Este derrumbamiento de los valores
humanos y culturales, de la dignidad civilizada que se le suponía a una
democracia del siglo XXI es una caída libre al vacío que, en realidad, lo
sustentaba todo. Hace unos días pudimos ver cómo la policía metía en el
remolque de un camión de basura a 23 personas para trasladarlas desde una playa
de Gran Canaria (adonde no habían ido a tomar el sol) hasta la comisaría. La
imagen es terrible, y creo que estarán de acuerdo conmigo en que, hoy en día,
no es fácil que una imagen nos impresione demasiado, dado lo acostumbrado de
nuestros ojos, la sedación defensiva de nuestra conciencia. Pero es que esa
fotografía es la metáfora del despropósito de una democracia que parece haber
perdido el norte, que ha intercambiado los valores y los derechos humanos por
los valores y los derechos económicos.
Decía
hace poco Javier Marías en uno de sus artículos dominicales, en referencia al
independentismo catalán, que “se propaga cuando en España hay un Gobierno del
PP del que uno entiende que cualquiera quiera separarse”. No le falta razón.
Personalmente, no quisiera tener nada que ver con esa aborrecible “marca
España”, ni con el desmantelamiento de la sanidad y la educación públicas, ni
con el desprecio y el abandono de la cultura, ni con esa idea del éxito basada
en el enriquecimiento y el lujo hortera y las cuentas en Suiza. Me gustaría que
pudiéramos tocar fondo e independizarnos de todo eso, ¿quizá en las próximas
elecciones generales?
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