Publicado en el diario "La Opinión A Coruña" el día 24-6-2012
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Gay Talese |
Truman Capote, Norman Mailer, Tom Wolfe, Joseph Mitchell,
Gay Talese… son algunos de los representantes de lo que, en los años sesenta, se
dio en llamar “nuevo periodismo”, una forma de entender la profesión que iba
más allá de la fría objetividad estilística del manual de redacción de los
periódicos. Estos escritores cambiaron el modelo clásico de reportaje al nutrirlo
de una forma y un fondo narrativos que hasta entonces se creía territorio
exclusivo de la ficción. Es la llamada “literatura de no ficción”, y no en vano
muchos de sus trabajos, que inicialmente fueron publicados en las páginas de
prestigiosas revistas norteamericanas, acabarían tomando cuerpo también en las de
muchos libros, convertidos, algunos de ellos, en auténticas joyas literarias,
como es el caso de A sangre fría, de
Capote, o El secreto de Joe Gould, de
Mitchell; América, de Mailer, o Retratos y encuentros, de Talese... Europa
también tiene sus representantes, como la italiana Oriana Fallaci, o españoles
como Manuel Vázquez Montalbán, Juan Goytisolo o, más recientemente, Manuel
Rivas, entre otros.
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Jonathan Littell |
Un escritor que me gusta mucho, Jonathan Littell, publicó
el pasado febrero (en El País y en Le Monde, y tras su estancia de dos semanas
en Homs) una serie de reportajes sobre la turbulenta situación de Siria, que se
completan ahora con la aparición de Cuadernos
de Homs (RBA 2012). Antes Littell ya había publicado Chechenia, año III (RBA 2010), donde el reportaje sigue las líneas
maestras de ese “nuevo periodismo” tan cercano a la mejor literatura. Son
algunos ejemplos de una forma de hacer y entender el periodismo que ha perdurado
hasta nuestros días (no podemos olvidarnos de Juan José Millás y su “proyecto
sombra”, por ejemplo; durante veinticuatro horas, el escritor se convertía en
la sombra de un personaje al que luego retrataba magistralmente). No obstante,
es evidente que la inmediatez de Internet y la urgencia y la sobreabundancia
informativas (que hoy parecen primar sobre la calidad y la profundidad)
dificultan cada vez más la producción de este tipo de trabajos, que requieren
tiempo y dedicación, tanto en su redacción como en su lectura. ¿Serán las redes
sociales y esta cultura de lo inmediato, este 3D del directo informativo que
muchos medios de comunicación llevan hasta sus últimas consecuencias, el fin
del “nuevo periodismo”? Esperemos que no.
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