PALABRA POR PALABRA. "¡Acabad ya con esta crisis!"



Durante los últimos diez o quince años, nuestros gobernantes han venido alentando políticas para estimular la natalidad y la compra de viviendas. Sin estirpe autóctona, nos aseguraban, pronto necesitaríamos acoger a millones de inmigrantes para mantener nuestro nivel productivo y el incierto futuro de nuestras pensiones. España precisaba un baby boom y las campañas publicitarias empezaron a echar humo. El dinero en forma de incentivo reproductivo empezó a fluir con un derroche de imbecilidad política fuera de lo común. Durante las campañas electorales, PSOE y PP se peleaban por ver quién regalaba más dinero a la ciudadanía a cambio de su voto. En 2007, la revista El Jueves publicó en portada una viñeta que hacía referencia a la ayuda económica a la maternidad, ¿recuerdan? Bajo el titular de “2.500 euros por niño” aparecía una caricatura de los Príncipes de Asturias en pleno acto sexual. “¿Te das cuenta si te quedas preñada? —le preguntaba el príncipe a la princesa— Esto va a ser lo más parecido a trabajar que he hecho en mi vida”.  La revista fue retirada de la circulación, no así las obstinadas campañas prenatales e hipotecarias. La idea que se quería transmitir era clara: ¡Compra una vivienda y reprodúcete! Ésta ha sido la verdadera base ideológica de los sucesivos gobiernos de nuestro país en materia económica hasta la crisis de nuestros días. Quienes vivimos de alquiler, todavía hoy somos considerados como unos marcianos poco hábiles en asuntos económicos. Y tal vez sea cierto, ya que las desgravaciones fiscales siempre se han limitado a la compra. ¡Comprad, comprad, malditos! Hoy, sin embargo, nos encontramos con familias hipotecadas y sin trabajo, sin dinero para hacer frente a esa compra en sesión continua de su vivienda ni para alimentar y educar a todos esos hijos subvencionados por un Estado que ahora les da la espalda (Sin mencionar el trato vejatorio a los inmigrantes que tanto íbamos a necesitar). ¡Sálvese quien pueda!
Ante esta flagrante ineptitud e irresponsabilidad de nuestros gobernantes, ¿todavía podemos confiar en ellos para salir de la crisis? Economistas como el nobel Paul Krugman, llevan tiempo alertando de que ésta no es la manera. ¡Acabad ya con esta crisis! (Crítica) es su último libro, acaba de salir y supongo que debería ser lectura obligada para nuestros políticos. En realidad, para todos nosotros.

Comentarios

  1. Vale. No podemos confiar en nuestros políticos y todos somos unos estúpidos. ¿Y ahora qué? ¿Rompemos la baraja? ¿Los mandamos a todos al destierro? ¿Votamos a "ninguno de los anteriores", como en "El gran despilfarro", aquella película de Richard Pryor?
    No creo que estemos viviendo nada nuevo y tampoco debería sorprender a nadie que sepa algo de lo que ha sido el mundo en los últimos 150 años.
    Por otro lado, Krugman, el actual gurú económico de la izquierda moderada mundial, aspira a ocupar hoy el puesto que la historia reservó en su día para Keynes. Y como en aquella época, no todo es tan fácil. Me niego a creer que todos los neoliberales son tan estúpidos.
    El reverenciado Sr. Krugman propuso hace muy pocos meses que la receta para que España saliera de la crisis era aumentar la productividad de nuestra economía por medio de dos vías: bajar los salarios un 20% y salir del Euro.
    Ahora imaginemos que ganamos no 1.000 sino 800 euros mensuales y como es obvio, al volver a la peseta, devaluaremos (esa es la gran ventaja de salir del euro) y perderemos poder adqusisitivo frente al exterior. El problema es que los que tenemos hipoteca la seguiremos pagando en euros. Subirán los tipos de interés para atraer capital extranjero pero también que nos costará mucho más (aun) financiarnos. También mejorarán nuestras exportaciones al salir más baratas por la devaluación, pero sería de idiotas pensar que la UE (con mucho, nuestro principal receptor de exportaciones) no compensaría esa ventaja con trabas arancelarias para proteger los mercados de sus socios. Y así, etc, etc....
    Dicho todo esto, Krugman es de lectura obligada, por lo menos, para las élites que nos gobiernan, porque las verdades absolutas, aparte de no existir, son tremendamente aburridas.
    Por el camino quedarán, como siempre ha pasado, los más débiles de nuestra sociedad, porque son los más fáciles de sacrificar y porque son los que menos importan. Y eso tan injusto, sólo puede solucionarse, por un tiempo, barajando de nuevo. Pero, ¿estamos dispuestos? y ¿quién reparte?.
    La conclusión es que las cosas no son tan sencillas y no todos somos tan idiotas.
    Nota final: ¡Qué ganas tengo de ir a ver Vilamor, de Igancio Vilar!
    Saludos

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