PALABRA POR PALABRA. Lecturas amables



David Lodge
Estas últimas semanas, en medio de estos tiempos confusos y desagradables que habitamos, he echado mano de dos libros que llevaban un par de años esperándome en mi biblioteca, algo abandonados ya, con ese aspecto familiar de los objetos que llevan mucho tiempo formando parte de la cotidianidad de nuestra casa y en los que no reparamos más que de pasada, para acabar posando siempre la mirada en otro punto, en otro libro más llamativo, más novedoso y siempre, por algún caprichoso motivo, más urgente. El primero de ellos es La vida en sordina (Anagrama 2010), de David Lodge. Del genial autor de obras como El mundo es un pañuelo o Terapia, uno esperaba encontrarse una historia hilarante construida en torno a los problemas de audición de su protagonista, un profesor universitario ya jubilado que nos cuenta el día a día de su vida retirada del mundo académico. Sin embargo Lodge, sin perder nunca ese pulso irónico característico de su narrativa, nos ofrece una novela profunda y lúcida, una visión a la vez amable y sincera de la última etapa de la vida, el declive de nuestras facultades físicas y mentales y el impacto que este hecho irremediable tiene en nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos.
Antonio Tabucchi
El otro libro, del que todavía saboreo el gusto poético que deja la lectura de sus nueve historias, es El tiempo envejece deprisa (Anagrama 2010), de Antonio Tabucchi. Es difícil ser objetivo con un escritor al que se admira tanto. No se prodiga, y hacía mucho que no leía nada suyo, lo que me ha provocado una conmovedora nostalgia literaria difícil de explicar. Lo primero que sus relatos evocaron en la memoria que conservo de sus ficciones fue el calor. La abrasadora canícula de Réquiem, la sensación de verano que, en el recuerdo, me dejan todos sus libros, Nocturno hindú, Sostiene Pereira… los ambientes marítimos, la narrativa del tiempo. Tabucchi es un narrador sosegado, atento a los matices y a la composición de un texto dotado de una belleza extraordinaria, cuyo efecto en el lector es de absoluta gratitud ante la maestría con la que elabora complejas disquisiciones morales partiendo de los elementos más sencillos, historias íntimas que hacemos nuestras porque su humanismo trasciende las particularidades de cada relato.
Lodge y Tabucchi, dos lecturas amables entre todo este embrutecimiento político, social y económico. Un respiro.

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