Los restos del verano

Iba tomando notas aquí y allá durante las vacaciones, apuntes sobre noticias que me llamaban la atención por lo pasmoso de las informaciones. Qué sé yo, cosas como que la primera medida tomada por la nueva corporación municipal de mi ciudad fuese la de subirse el sueldo (un 30% más respecto a la anterior), con la alcaldesa a la cabeza, con un aumento del 42%. ¡Y es que Xulio Ferreiro tan solo cobraba 40.000 euros, por amor de dios! Con la Marea, la política estaba empezando a parecerse a una ONG, venga a trabajar para los demás y sin más rédito que el de ganarse la vida dignamente. Gracias, alcaldesa, por abrirnos los ojos con tanta eficacia y premura: la política no es eso. 
Recuerdo otra noticia perturbadora, en esta ocasión relacionada con el mundo de la cultura. Resulta que el Grupo Planeta ha llegado a un acuerdo con Netflix para hacer libros de algunas de sus más exitosas series televisivas. En fin, puede que esto carezca de importancia, que incluso acabe por convertir a mis hijos adolescentes en grandes lectores, pero da que pensar sobre la deriva que está tomando el sector editorial. ¿Vale todo con tal de vender? ¿Qué papel juega la literatura en todo esto? Hay, por ejemplo, quienes quieren ver en Instagram una suerte de caladero de nuevos escritores, cuyos méritos literarios suelen reducirse a ingeniosos, cuando no empalagosos o cursis, comentarios y, cómo no, al gran número de seguidores de su cuenta; y quienes invierten más en una buena campaña de marketing que en una corrección seria del texto que tienen entre manos o en lectores profesionales que sepan distinguir entre un escritor y alguien con un ordenador. En fin, da miedo pensar que el mundo editorial, en su loable afán por salvar al libro, pueda acabar condenando a la literatura. Por suerte, nunca he creído en la tan mentada "muerte de la novela".
Emilio Gancedo
No obstante, de este verano que empieza a declinar, me quedo con muchas otras cosas de las que, supongo, iré dejando apuntes en estas columnas a lo largo del año. Nada concreto, sensaciones que me suscitaron ciertas lecturas, algunos encuentros, novelescos paseos al atardecer y largas conversaciones con M. y con esos amigos por los que siempre merece la pena abrir otra botella de vino. Y también, cómo no, con lo que se adivina en el horizonte, el anuncio de las nuevas novelas de Daniel Ruiz y Emilio Gancedo, por ejemplo, que llegarán con el otoño, como la lluvia y el olor a humo de leña, que diría John Cheever. Y lo que haya de venir.
Daniel Ruiz



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