FICCIONES. Contra la indiferencia

Publicado en el diario "Galicia Hoxe" (enlace texto en gallego) el día 5-6-2011

Se levantarán los campamentos de las plazas. El verano se llevará de vacaciones las promesas electorales, ese fondo de tibieza política e intelectual que ha dejado tras de sí la batalla por el poder local y autonómico. El sol de agosto lucirá sobre las calles desiertas de “indignados” y marchitará la efímera actualidad de las sucesivas tramas de corrupción política que la primavera había germinado sobre las portadas de los periódicos. Los turistas podrán volver a disfrutar del pintoresquismo de la Plaza del Obradoiro o de la Puerta del Sol, y parados, esclavos (ese grupo heterogéneo de trabajadores cuya remuneración ni siquiera les permite llegar a fin de mes, vivir con independencia y dignidad), empleados, directivos, empresarios, políticos y banqueros se tomarán un merecido descanso. No nos olvidemos de que habrá, como cada año, quien esté pendiente de dónde vaya a tomar el sol nuestra familia real, de contemplar la graciosa pose de tanto príncipe y princesa en la tradicional fotografía familiar, tal vez frente al barco real, el palacio de verano real o cualquier otro de sus reales bienes. Nos importará un poco menos la radioactividad de Fukushima, el desastre natural de Japón, Lorca, los frentes abiertos en esa oleada histórica de revueltas en los países árabes…
Luego, llegará el otoño. Volverá la Liga de fútbol y el colegio de los niños. El tedio y, al mismo tiempo, el ajetreo de lo cotidiano. No hay tiempo para mucho más cuando se trata de buscarse la vida, de vivir pendiente de las facturas, los alquileres y las hipotecas, de tener al jefe la mar de contento, porque perder el trabajo podría significar perderlo todo.
Pero con las primeras nubes de septiembre yo espero también que vuelva a caer sobre nosotros esa lluvia fina de la indignación, ese orvallo insistente de la “insurrección pacífica”, esa molestia estética que ha representado para muchos políticos el llamado Movimiento del 15-M en las calles de nuestras ciudades. Que las imprentas echen humo con nuevas ediciones de  ¡Indignaos!, de Stéphane Hessel, de su reciente ¡Comprometeos! y muchos más. Que la sociedad, todos nosotros, acabemos por tomar verdadera conciencia de que la democracia real es responsabilidad de todos y cada uno, de nuestro trabajo y nuestra implicación como ciudadanos.
LUIS SEVILLANO | 21-05-2011. El País

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