Noticias de la España inagotable

Leer en Nueva Tribuna (28-5-2018)
Leo en la prensa que la sentencia del caso Gürtel “certifica” que el partido en el gobierno de este país “se financió con una caja b en su sede central”, algo de lo que, a estas alturas, no creo que dudase nadie. Sin embargo, la noticia resulta ya cansina de tan rutinaria, de tanto Bárcenas como hemos soportado, de tantos Ratos y Fabras y Zaplanas, de tanto personaje turbio y de tantos casos de corrupción como han salido a la luz en los últimos años. Además, resulta mucho más edificante permanecer informados, hasta en el detalle más íntimo y doméstico, del caso de esa pareja de políticos que ha cometido la temeridad de comprarse nada menos que un chalet, ya que, al parecer, de tan descastados que son, no dan la talla para un inmueble de tales características. Los obreros en sus barracones, que las casas de campo son para otro tipo de gente. Es un escándalo. ¡Cómo se atreven a criticar la corrupción del PP cuando ellos se embarcan en hipotecas a treinta años!
Puedo entender la posible decepción de las bases de Podemos, incluso el desencanto de buena parte de sus votantes más idealistas, que quizá necesitaban ver en sus líderes políticos un reflejo de sus alquiladas formas de vida, de su día a día en el barrio o en esa periferia de trenes nocturnos y autobuses de trayectos largos y somnolientos cargados de trabajadores que van y vienen de un turno a otro, de un empleo a otro, tratando de sumar nóminas indignas que les permitan pagar sus facturas. No obstante, me parece a mí que después de los 4.400 euros al mes de Puigdemont por el alquiler de su vivienda de 500 m2 en Waterloo, aquí ya no hay noticia.
Pero, más allá del gran interés periodístico que pueda tener esta hipoteca (por supuesto más noticiable que el abusivo precio de los alquileres y, en general, del acceso a la vivienda en esta España inagotable del pelotazo inmobiliario), y de la dudosa inteligencia política de la pareja en cuestión, lo más sugestivo de todo esto, antropológicamente hablando, es escuchar el bullicio de reflexiones intemporales de la derecha acerca de la debilidad moral de esos rojos que, en el fondo, solo aspiran a la más alta de las burguesías, y que, en cuanto se les da la oportunidad, actúan de la misma execrable forma que todos los demás: sobresueldos, corrupción… e hipotecas. Y para ellos, ya está, ¡todo justificado!  

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