El tiempo y la poeta

La vida, en ocasiones, nos depara momentos extraordinarios. De alguna manera, parece querer decirnos que hay ciertos mecanismos, una lógica invisible de las cosas. Por supuesto, hay que saber detectarlos. Y si somos capaces de verlos es porque en ese pasado cada vez más inabarcable en que se ha ido convirtiendo nuestra vida, algunos hechos, determinados encuentros, nos marcaron de una forma extraordinaria. 
Pilar Pallarés
Siempre que he reflexionado acerca del origen de mi pasión por la literatura, me ha venido a la cabeza el nombre de una magnífica poeta, Pilar Pallarés. Era el año 1990, quizá el 89. Yo era un mal estudiante, ella, mi profesora de Literatura Galega en el instituto. Por supuesto, en aquellos días yo desconocía por completo su trabajo como escritora. Y aunque me gustaba leer, hasta entonces, tanto su asignatura como su hermana castellana me habían parecido una tediosa mezcla de Historia y Lengua que nada tenía que ver con lo que a mí me fascinaba de los libros. No sabría decir ahora cómo ella obró el milagro, cómo supo atrapar mi atención y mi interés, qué nuevas lecturas abrió a mis ojos. Era su forma de hablar y de dirigirse a nosotros. Era el amor que transmitía por los libros. Era el punto de vista desde el que acertó a mostrarnos la íntima relación que se da entre la vida y la literatura. Para mí fue una revelación. Y es que en la literatura, el punto de vista lo es casi todo. Casi. La belleza, "Varrendo no silencio/aínda un vento obstinado", y la audacia, "Voan miñatos sobre a paisaxe desmembrada", deben acompañarlo. 

Hace unos meses volví a encontrarme con Pilar Pallarés, en una librería. Habían pasado veintisiete años. Fue emocionante. Le dije lo que sus clases habían significado para mí. Tal vez la abrumé un poco, me puse estupendo, pero su aparición tenía mucho de literario, de historia circular; dos momentos vitales unidos por una larga línea de tiempo, como si hubiese un orden, algún significado. El tiempo, el gran tema de nuestras vidas, el de las grandes novelas, el de los poemas más sugestivos, esos que ponen palabras a nuestras emociones, como los de la última obra de Pilar Pallarés, Tempo fósil (Chan da pólvora, 2018). Lo presentó este verano en la Feria del Libro de A Coruña. Allí estaba yo de nuevo, escuchando de su voz esos versos construidos con el material de derribo que deja el paso del tiempo. La misma voz que hace tantos años me reveló la belleza y el poder de las palabras.

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