Enigmática M.


Querido Pedro:
Me alegra recibir tus epistolares inquietudes respecto al volumen excesivo de ciertas novelas. Qué bonito es cartearse así, casi como en el siglo XX, sin esa urgencia por la respuesta inmediata que se respira en las redes sociales; aunque, todo hay que decirlo, sin la menor intimidad.
Me preguntas por mis hijos, y te diré que no les ha gustado nada que convencieses a aquella amable lectora para que no se comprase mi novela. Entiéndelos, todavía son tan inocentes… eso sí, no se muerden la lengua los tíos, y eso que están muy bien educados. Tuve que llegar al extremo de explicarles cómo funciona el reparto de los porcentajes de la venta de un libro (ellos creían que te proponías arruinar a esta familia), y, al mencionarles ese famoso 10% tan gratificante para los autores, parecieron calmarse, ignorarnos a ambos y volver a prestar atención a Bob Esponja, que, todo hay que decirlo, se gana mucho mejor la vida que nosotros haciendo sus exquisitas “burgers cangreburgers”. A mí me ha dolido más, porque, como bien sabes, los lectores son lo más importante de este oficio; uno escribe para sí mismo, al menos así lo creo, pero, paradójicamente, necesita que otros lo lean.
Foto: M.
Sin embargo, casi al mismo tiempo que recibía las noticias de tus maliciosas artes mercadotécnicas, me ocurrió algo curioso relacionado con tu primera carta (que bien podríamos denominar Epístola de Pedro a los cleptómanos). Una persona, cuya identidad prefiere mantener velada, me ha enviado una fotografía de su ejemplar de Seda (el cual todavía no ha leído, según me cuenta), ofreciéndose, tan amable, a prestármelo. Se ve que todavía quedan almas sensibles entre los amantes de los libros…
Siento no compartir tu teoría sobre las “novela tocho”, aunque entiendo tu preocupación por el escaso tiempo que tiene la gente hoy en día para poder disfrutar de la lectura. Leer es una actividad ociosa, pausada y solitaria… y en los tiempos que corren, combinar estas tres actitudes no solo es harto complicado, sino que, además, resulta abiertamente impopular. De todas formas, en mi opinión, las novelas no se escriben con un proyecto de tamaño, cada historia tiene su propia medida, su ritmo, y el escritor debe amoldarse a él. Pero, hete aquí que el misterioso personaje que me ha ofrecido su libro de Baricco (Vamos a llamarlo M.), me ha enviado también un breve texto, dirigido a ti, sobre esta misma cuestión. Me ha gustado mucho su reflexión y dada su timidez para escribirte directamente, se me ha ocurrido hacértelo llegar por este medio.
 «Pedro, a pesar de tu fracaso con la chica de la librería, veo que insistes en utilizar esa técnica, a mi parecer dificilísima de entender, de la psicología inversa… Total, que llego a la conclusión (no sin dificultad) de que te encantan las novelas largas y tu artículo pretende en realidad que salgamos en su defensa. Ya se me hace raro hablar de las novelas por tamaño, cuando nos empeñamos en decir que el tamaño no importa al referirnos a otras muchas cosas (sí, no es sólo esa en la que estás pensando) en las que sí importa… Pero puestos a hablar en esos términos te diré que las buenas novelas, ya sean largas o cortas, tienen eso en común: que son buenas. A mí, cuando algo es bueno me gusta que dure, pero fíjate que cuando se trata de una novela tiendo a devorarla rápido. Así que no te preocupes, los amantes de las novelas largas tenemos tiempo también para leer las cortas. La próxima vez que vengas a A Coruña compraré la tuya a cambio de que me la dediques. Si es buena, me la leeré rápido ;-)» M.
En fin, supongo que, al fin y al cabo, has ganado una lectora (hasta ahí puedo desvelar)… además de mi libro de Baricco, claro.
Por cierto, por aquí mucha lluvia, ya sabes; disfruta del sol, tú que puedes.
Un abrazo,
F.O.


Comentarios

  1. Me atrevo a emitir una opinión, como lector y generalmente guiado por comentarios de otros lectores; fundamentalmente un lector tiene prioridades de gusto, temática, autor, etc.. Dejar de leer por el tamaño del libro, pienso que no es de buen lector, además siempre tienes la oportunidad de abandonarlo.

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    1. ¡Gracias por tu opinión! Estoy de acuerdo contigo. ¡Un saludo!

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  2. Acabo de descubrir tu blog justo después de leer el post de Pedro y me he deleitado con este intercambio epistolar sin parar de sonreir, con dos objetivos y una duda: hojear tu libro y el de Baricco y descubrir por qué Pedro se ha mudado a Málaga (será por el sol?) 🤔
    Una vecina de Monte Alto.

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    1. ¡Pues muchas gracias por leer este blog y hojear mi libro! Cuando Pedro vuelva por aquí le preguntaremos... ¡Saludos!

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