PALABRA POR PALABRA. "Blue Jasmine"
Las buenas críticas que
venían de Estados Unidos habían suscitado, si cabe, más expectación de la
habitual por la nueva película de Woody Allen. Desde allí nos decían que el
final de su periplo europeo y su regreso a suelo estadounidense para el rodaje
de Blue Jasmine, le habían devuelto de
alguna manera la cordura cinematográfica que había perdido al dejarse seducir por
la fachada más turística de las capitales europeas donde transcurrían algunas
de sus últimas películas: Roma, Londres, París, Barcelona. Teniendo en cuenta
que estas películas europeas de Allen, tan criticadas a ambos lados del
Atlántico, no me disgustaron en modo alguno y que, además, considero que al
menos dos de ellas (Mach Point y Midnight in Paris) merecen un lugar
destacado en mi (reconozco que extensa) lista de películas favoritas de este
director, tan profusas alabanzas hacia Blue
Jasmine me tenían en vilo ante la perspectiva de encontrarme frente a una película
sublime. Luego llegó Carlos Boyero y su demoledora crítica titulada Estupor y decepción (El País 15-11-13),
que este espectador cometió el error de leer antes de ir al cine, quedándose
absolutamente descolocado. Los gustos de Boyero y los míos no siempre
coinciden, pero es un crítico y un articulista al que me gusta leer y que
siempre tomo en consideración. En otras ocasiones, ya había sufrido
desencuentros con sus críticas, pero ahora, era tal la dureza de sus afirmaciones,
la hondura de su decepción, el exceso de su diatriba, que uno no podía dudar de
sus palabras, al menos de lo que en realidad parecía subyacer bajo todo aquel
fuego de artillería: la película no era buena.
De este modo, acabé
yendo a ver Blue Jasmine con cierta
desconfianza agudizada por el desorbitado precio de las entradas, que hace que
se te lleven los demonios a la menor decepción. ¡Y disfruté! Woody Allen es un
director genial y parece improbable que alguna vez pueda realizar un trabajo
que merezca los calificativos que le dedicaba Boyero. Sus diálogos son mordaces,
las situaciones tan inverosímiles como en todas sus películas y Cate Blanchett
está fantástica. Su personaje es típico de Allen: guapa, neurótica, nerviosa y
contradictoria. Una buena comedia que se disfraza de drama para elevar el tono
irónico sobre los conflictos, a menudo tan vacuos, que acechan a sus
personajes, a todos nosotros. ¡Chapó!
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