PALABRA POR PALABRA. Novelas de lo real



La realidad pasa muchas veces, con la fugacidad de los titulares periodísticos, de parecerse a una mala novela, uno de esos best-sellers de intrigas palaciegas, de traiciones consanguíneas y arrebatos maniqueos (“Las aventuras y desventuras del mayordomo del Papa”, por ejemplo), a concentrar en unas cuantas páginas de actualidad temas, personajes y argumentos dignos de Ernest Hemingway (“La caza real en Botsuana”), de George Orwell (“2012: Reeducación para la Ciudadanía”),  e incluso de Kafka (“La metamorfosis de Franco”, que, según el Diccionario Biográfico Español, ha dejado de ser definitivamente un dictador genocida, para convertirse en un “general valeroso y católico”). Pero hay mucho más. La realidad puede ofrecernos toda clase de historias, puede abarcar todos los géneros y ajustarse a cualquier estilo literario. En realidad, los sufridos lectores de la realidad no damos abasto últimamente para digerir tanto realismo.  ¡Narradores del mundo: la ficción está ahí fuera!
Por ejemplo, el tema religioso. Los obispos, cada vez más desatados, hacen gala de su homofobia a la menor oportunidad. El de Alcalá, la tuvo en uno de esos Congresos de Familias (supongo que de familias con padre, madre y espíritu santo), y alertó de una “revolución sexual en contra de la familia”, cómo no, propiciada por esas uniones homosexuales que parecen darles tanta grima. Nunca he comprendido cómo pueden ir por ahí dando lecciones sexuales y familiares unos tipos que patológicamente han renunciado a ambas cosas. Mientras tanto, el cantautor Javier krahe ha de sufrir un juicio por blasfemia (y no es la Inquisición quien lo acusa, creo), por haber grabado, en 1977, una parodia gastronómica sobre cómo cocinar un Cristo. Por cierto, un vídeo muy gracioso que nadie había tenido la oportunidad de ver hasta que se ha formado todo este absurdo judicial.
Al parecer, todavía se considera pecado, perdón, quería decir delito, la ofensa a los sentimientos religiosos. Sin embargo, las ofensas de los religiosos hacia los sentimientos de otros muchos colectivos no dejan de ser bondadosas reflexiones pastorales.
Es cierto que, bien mirado, todo esto, tal vez no diese más que para un relato corto, quizá para una greguería. No obstante, cualquier libro de Historia puede mostrarnos los efectos que la exaltación del sentimiento religioso ha tenido para la humanidad. Toda una novela.

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