PALABRA POR PALABRA. El verano de Mailer


Norman Mailer (1923-2007)
Suele pasar con las lecturas de verano. Novelas de las que puedes disfrutar durante una mañana ociosa; tal vez, si hay suerte, recostado o tumbado a la sombra fresca del jardín de una casa de veraneo, de un hotel tranquilo en algún pueblo marítimo o sobre la misma arena de una playa poco concurrida. Han de darse más factores, claro. Digamos que, además del ambiente holgado y de nuestra predisposición a dejarnos caer en la pausa de esas horas ininterrumpidas dedicadas a la lectura, debe producirse esa magia sencilla de la literatura que consiste en hallar tal sintonía con la voz narrativa que apenas podamos desenredarla de nuestros propios pensamientos. Sucede con estos libros que, a veces, adquieren una dimensión sentimental en nuestra memoria. Los recuerdos de aquellas vacaciones, de aquellos días de tibia pereza, permanecerán ligados para siempre a los de aquella historia de ficción.
Fue de esta guisa estival, como empecé a leer a Norman Mailer. No sé cómo llegó a mis manos un ejemplar de Los desnudos y los muertos, pero no puedo olvidar la impresión tan honda que me causó ese libro, escrito (en 1948) con un estilo tan potente y cercano que trasciende cualquier cliché estético o generacional. La historia de un grupo de soldados norteamericanos destinados en una isla del Pacífico durante la II Guerra Mundial, donde, a través de la psicología de los personajes, Mailer consigue reflejar, de forma visceral, los claroscuros de una sociedad llevada al límite, enfrentada con la barbarie y la muerte. Después del impacto que, por los motivos arriba citados, me había causado este libro, no podía imaginarme que, algunos años después y, esta vez, con una lectura, digamos, más prosaica, de momentos hurtados al ajetreo cotidiano de nuestros quehaceres domésticos y laborales, fuera a encontrarme con El fantasma de Harlot, un texto apabullante, excepcional. La historia de la CIA retratada en una novela tan ficticia y tan real como la misma CIA.
Mailer escribió, además, innumerables artículos y reportajes, algunos de ellos recogidos en América. Su genio literario es reconocido internacionalmente y, sin embargo, hoy en día, se echan en falta nuevas reediciones de algunos de sus libros, como La canción del verdugo o Los ejércitos de la noche, que, con el verano ya encima, sólo podemos encontrar en ediciones de bolsillo y con dudosas traducciones.

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